Nos hemos acostumbrado a "saber todo de rápido, de oídas". Creemos
saber todo tan solo en un vistazo a Wikipedia o por un artículo y hay
ciertas cuestiones que requieren un estudio detallado. Hay disciplinas y
áreas de conocimiento que requieren de maestros. Y también se requieren
alumnos receptivos, abiertos dispuestos a aprender.
En tan poco tiempo he aprendido tanto sobre Dios, Cristo y la lectura de la Biblia. Mejor dicho he comenzado a aprender y a comprender. Digamos que estoy en pre escolar y estoy fascinado, contento y ávido de más conocimiento.
En principio porque todas las preguntas y cuestionamientos que yo tenía sobre el cristianismo se han resuelto como agua. Todo ha checado con lo que yo siempre, internamente, había reflexionado. Y esto es maravilloso.
No se trata de una religión en el sentido peyorativo y desconfiado con el que, cuando no tenemos conocimiento, vemos, en este caso, al cristianismo.
A mí me ha llegado tan suave y lógicamente que a todo he respondido, Sí, claro, eso pienso. Sí, por supuesto, si siempre lo había visto así.
Casi todos (por no decir todos) los métodos de Autoayuda, de Superación Personal, de Autoconocimiento, como se desee nombrar parecieran lecciones emanadas de Cristo o de las Sagradas Escrituras solo que jamás nombran a Dios y mucho menos a Cristo.
No comprendo por qué hay personas que se sienten intimidadas, espantadas o apenadas de siquiera mencionar el nombre de Jesucristo o Dios. No hay empacho ni pena en decir que el Universo es quien nos provee, o depositar creencias y esperanzas en un mineral o en una imagen, en "la vibra", pero da pena pronunciar la palabra DIOS. No lo critico. Me pasaba igual. Y pienso que una posibilidad es tanta contaminación y mala información e información confusa acerca de Dios, la Biblia y Cristo.
Es verdad que hay cientos de iglesias que han usado esos nombres en vano para su provecho personal. Pero también es cierto que existen iglesias que tienen una intención positiva y apegada a los preceptos que Cristo nos da.
Por lo menos como yo he recibido a Cristo ha sido de manera tersa, lógica, amorosa y cierta; pues todo lo he corroborado en mi vida propia.
Todo ha caído como anillo al dedo.
Y quienes me conocen sabrán que no soy una persona fácilmente influienciable o "ignorante". Lo era del cristianismo como lo estoy aprendiendo.
No se trata de estar sufriente, doliente. Al contrario, al recibir a Cristo conocí la dicha más grande. Me siento con un gozo indescriptible.
Pero tampoco es una "locura". Es simplemente que cuando se conoce ese perdón generoso, el poder infinito del Creador, de Dios, cuando reconocí lo pequeño que soy, y lo grande que soy, al mismo tiempo; que todo lo que creo no viene de mí sino de un poder mayúsculo (así como cuando creía que era llamado simplemente Universo o vibra o como le quieras llamar)...no hay duda, hay un Dios, hay un solo Dios todo poderoso y estoy agradecido de que more en mí.
Hay dificultades, por supuesto.
Mi adentramiento en Cristo me está presentando pruebas. Pero me siento en paz pues las recibo con total agradecimiento y no me siento abatido. Al contrario, en mitad de una tempestad le doy gracias y reconozco su gloria y generosidad para conmigo que no merezco nada y que no tendría cómo pagarle tantas bendiciones: con el hecho de estar vivo ya es un tesoro que no valoraba.
Claro que tampoco se vuelve uno un cínico o un indiferente. Es que, tendrías que conocerlo como yo lo estoy conociendo. Por pasos, poco a poco, aprendiendo. Es un proceso. No es magia ni una pastilla contra la gripa: se trata de DIOS.
De quien tuve en el olvido por años, quizá por toda mi vida. Confundiendo todo. Creía que Dios era malo, creía que Dios era indiferente. No entendía cómo me había salvado a mí el que Cristo muriese en la cruz.
Verifiqué lo que siempre mi corazón me decía. Que amar a Dios no se trata de nada más llorarle para pedirle cosas o sufrir por sufrir: el gran regalo, la gran maravilla que literalmente me salvó la vida es que al aceptar a Cristo en mi corazón fui perdonado. No saben que paz, que alivio, que peso se quita uno de encima cuando llega el genuino arrepentimiento, cuando no se puede evitar el postrarse y alabar y agradecer y pedir perdón a lo Sublime, a lo Infinito y vasto, a ese que llamaba para mascararlo Universo, Vibra, Energía: se llama DIOS. Y lo sabía yo siempre. Y es maravilloso que ya no me de pena o vergüenza mencionarlo.
Con todo respeto, me llama mucho mucho la atención que el papa Francisco de los creyentes católicos no menciona mucho ni las Escrituras ni la palabra de Cristo. Dice cosas lindas y lógicas y plausibles, pero en lo personal, extraño eso. Entre otras cosas. Aquí anoto que no se trata de criticar o echar abajo otros credos. Difiero. Pero los respeto. Dios nos pone a cada cual en el lugar que desde donde debemos actuar. Y hay que actuar por la armonía, por la búsqueda de Cristo y sus preceptos, por ese Dios Vivo que puede latir en nosotros, mediante el Espíritu Santo que se quedó aquí para ser ese vaso comunicante con Jesús y de este al Padre.
No se trata de afiliar a miembros innumerables a un club social, no son competencias tampoco; se trata que mi testimonio pueda inspirar a cualquier hermano o hermana, y si se siente atribulado, solo, abandonado, sepa que CRISTO TE AMA. Y entonces, comenzar a conocerle rebasa cualquier cosa que yo pueda escribir aquí. Como me decían en un entrenamiento que tomé de otra naturaleza (pero que curiosamente parecía que hablaban de Cristo sin mencionarlo nunca): "tienes que vivir la experiencia".
Aceptar a Cristo en tu corazón no es algo que se pueda contar. Tienes que vivirlo por ti mismo.
Siento que por fin llegué a mi hogar, luego de tanta búsqueda, luego de pasar por el catolicismo, el budismo, el ateísmo, el gnosticismo, la nada, el tantito de aquí y de allá, la gris espiritualidad, los ángeles, etc, etc, he llegado a casa. Cristo me toca el corazón porque tiene que ver conmigo y con mi cultura. Contrario a lo que comunmente pensamos las raíces de quienes somos producto de la unión entre Hernán Cortés y la Malinche están en Cristo y no en los dioses prehispánicos, muy bellos y profundos, pero que pertenecen a los pueblos indígenas antes de la mezcla que generó la Conquista.
A México le urge esa reconciliación. Forzada, abrupta, somos hijos de esa mezcla. El catolicismo se arraigó en nuestro país y esa es la raíz de quienes somos hoy mexicanos. Esto es una reflexión mía y no producto de mi nueva fe.
Independientemente de ello, y de todos los pensamientos que no coincidirán conmigo, que comprendo y respeto, lo cierto es que cada vez nos damos más cuenta del apremio que tenemos todos de ser amados y de amar.
Y tenemos miedo de amar y de ser amados. Vivimos desconfiados y cerrados. En el entrenamiento que viví precisamente lo que se busca es abrir el corazón, sentir. Porque todos tenemos una carencia de amor apabullante.
Porque nuestra idea de amor ha sido trastocada por los dramas de las canciones populares (a veces necesarias, divertidas incluso, de corta venas, pero que en verdad son una tergiversación del Amor Verdadero).
Nos educaron para sufrir en el amor.
Nos educaron para azotarnos y "disfrutar la ruptura".
Nos educaron para ser celosos, posesivos porque eso "era amar".
Y ahora sabemos que ha sido el gran engaño, la gran confusión.
Me da cierta tristeza cuando leo en las redes sociales que ante la vida "Primero soy yo, luego yo y al último yo". Es una posición probable, pero que oculta cierto resentimiento. Un dolor vengativo: ahora me toca a mí. Y una declaración de guerra innecesaria.
Cuando todo cambia, cuando se está dispuesto a dejar todo atrás, a cambiar la forma de pensar y sentir y digo: "Primero Dios, luego Dios y al final Dios", aprendiendo todo lo que les digo que he ido aprendiendo (para que no se tome literal la frase porque no es así) se siente uno tan protegido, resguardado, al mismo tiempo libre y con una ampliación del campo del AMOR, como nunca había sentido, sabiendo que lo tenía siempre dentro de mí.
Porque colocar a Dios primero simplemente facilita las cosas para que yo me sienta feliz, para que yo logre lo que sueño, para que yo ame con más intensidad. Se que para muchos sonará confuso o exagerado, pero en verdad se los comparto de corazón. Colocar a Dios primero te da una paz, porque no estás solo ya, porque permites que El resuelva las cosas, los problemas, los caminos.
Dios solo espera que creas en El.
Dios solo espera a que deposites en El tus angustias para que tu estes gozoso de que El esta para ti. Y así puedas servirle no desde el sufrimiento o el tedio, sino desde un anhelo de servir con gusto, porque todos deseamos ser tratados con cariño y respeto: todos esperamos ser reconocidos.
Re/conocidos: vernos en los demás.
Todos nos vemos en los demás.
Todos compartimos penurias y alegrías.
No somos tan distintos.
Y es gratis. Para los que creen que uno ya vendió todo. No.
Todo tiene su razón y me encanta que Dios haya puesto en mi camino a gente hermosa que me ha enseñado La Palabra de Dios con esa paciencia, claridad y contundencia.
Cuando escucho y entono alabanzas (eyendo las letras pues aún no me las sé), en serio que me viene una emoción tan genuina de agradecimiento.
Y si esa misma emoción las experimentas cuando escuchas a tu artista favorito, si ahí no tienes empacho en declarar que es un "dios" (que no lo es), si con tus artistas favoritos esperas años y luego horas para entrar al estadio y alabarlos (que no deberías), y alzas tus brazos alabándolos (que no deberías)...¿por qué te espanta que uno haga lo mismo cuando escucha alabanzas a Dios, a tu padre, al Creador del Universo, de tus vibras, de tus piedras minerales? Es lo mismo.
La diferencia estriba en que los artistas que amamos no son Dios. Y se vuelve incómodo alabarlos como si fuesen dioses. Yo sigo pensando que tienen el toque de Dios, que se conectan con el Espíritu Santo y crean. Porque solo DIOS CREA. EL Diablo jamás crea, no puede, está imposibilitado. Por ello su coraje, su envidia, por eso sus distracciones que nos apartan de Dios, haciéndonos pensar que es "ridículo, cursi o de locos desorbitados" esos que alaban a Dios. ¿En serio?
Yo les comparto de corazón y de razón mi experiencia, mi testimonio.
Sigo aprendiendo. Voy en nivel kinder.
El hecho de recibir a Cristo o, como yo digo, que El me haya recibido a mí; no me hace un puro, o un santo (en el sentido en que el mundo general entiende); por supuesto que no. ¡Al contrario! Estoy más conciente de mis pecados, continúan surgiendo, se me aparecen; pero ya no me quedo ensimismado en el remordimiento. Ahora me permito arrepentirme con toda humildad y de todo corazón.
Por supuesto que la voy a regar.
Por supuesto que la lupa estará más puesta a señalarme. Qué bueno.
Porque así me afanaré más en servir a Dios y en reparar el mal que hice.
Esto es un proceso de vida.
Pero la buena noticia es que la vivo en un gozo hermoso, en una paz que nunca había sentido.
Y mis palabras salen sobrando. Sé que no transmiten lo que yo siento.
Espero que pueda transmitirlas en mis ojos.
Abrazar a Cristo me hace un hombre más hombre.
Más cabal, caballero y trabajador.
Un hombre fuerte, León, que no tiene miedo a la vida, que ama los retos porque no son nada a lado de mi corazón que tiene siempre a Dios en todos mis actos.
Entonces todo se abre, los caminos se ensanchan,
y amo con más fuerza y dirección
y me pongo en orden
y me hago poderoso
sin perder de vista que ese poder proviene de Dios
que lograré muchos éxitos mientras Dios así lo designe
y que no importa hasta dónde me eleve: toda la Gloria es de El.
Porque nada de lo que tengo y soy es mío
Porque yo no me hice a mi mismo. Yo no me construí ni me fabriqué.
Yo no creé mi chip para crear.
Eso ninguna ciencia ha comprobado.
Porque sí hay un más allá
Porque sí hay algo infinito y más vasto que todas las galaxias
Porque existe y es
Y se llama Dios.
Ojalá le vayas perdiendo miedo al qué dirán porque des gracias
a DIOS.
Porque agradezcas cada día a Cristo.
Porque no hay nadie que niegue que sus enseñanzas son lo más hermoso y sabio que nadie haya dicho.
Dios es bueno. Nunca lo dudes.
Cristo te ama. Nunca te olvida. Tu te has olvidado de El. Yo me había olvidado de El.
Quien me conozca sabrá que hablo desde mi corazón.
Que lo digo de toda verdad.
Y que te lo comparto porque estás aquí, leyéndome,
leyendo mi corazón latir.
Gracias a Dios.
Gracias a ti.
En tan poco tiempo he aprendido tanto sobre Dios, Cristo y la lectura de la Biblia. Mejor dicho he comenzado a aprender y a comprender. Digamos que estoy en pre escolar y estoy fascinado, contento y ávido de más conocimiento.
En principio porque todas las preguntas y cuestionamientos que yo tenía sobre el cristianismo se han resuelto como agua. Todo ha checado con lo que yo siempre, internamente, había reflexionado. Y esto es maravilloso.
No se trata de una religión en el sentido peyorativo y desconfiado con el que, cuando no tenemos conocimiento, vemos, en este caso, al cristianismo.
A mí me ha llegado tan suave y lógicamente que a todo he respondido, Sí, claro, eso pienso. Sí, por supuesto, si siempre lo había visto así.
Casi todos (por no decir todos) los métodos de Autoayuda, de Superación Personal, de Autoconocimiento, como se desee nombrar parecieran lecciones emanadas de Cristo o de las Sagradas Escrituras solo que jamás nombran a Dios y mucho menos a Cristo.
No comprendo por qué hay personas que se sienten intimidadas, espantadas o apenadas de siquiera mencionar el nombre de Jesucristo o Dios. No hay empacho ni pena en decir que el Universo es quien nos provee, o depositar creencias y esperanzas en un mineral o en una imagen, en "la vibra", pero da pena pronunciar la palabra DIOS. No lo critico. Me pasaba igual. Y pienso que una posibilidad es tanta contaminación y mala información e información confusa acerca de Dios, la Biblia y Cristo.
Es verdad que hay cientos de iglesias que han usado esos nombres en vano para su provecho personal. Pero también es cierto que existen iglesias que tienen una intención positiva y apegada a los preceptos que Cristo nos da.
Por lo menos como yo he recibido a Cristo ha sido de manera tersa, lógica, amorosa y cierta; pues todo lo he corroborado en mi vida propia.
Todo ha caído como anillo al dedo.
Y quienes me conocen sabrán que no soy una persona fácilmente influienciable o "ignorante". Lo era del cristianismo como lo estoy aprendiendo.
No se trata de estar sufriente, doliente. Al contrario, al recibir a Cristo conocí la dicha más grande. Me siento con un gozo indescriptible.
Pero tampoco es una "locura". Es simplemente que cuando se conoce ese perdón generoso, el poder infinito del Creador, de Dios, cuando reconocí lo pequeño que soy, y lo grande que soy, al mismo tiempo; que todo lo que creo no viene de mí sino de un poder mayúsculo (así como cuando creía que era llamado simplemente Universo o vibra o como le quieras llamar)...no hay duda, hay un Dios, hay un solo Dios todo poderoso y estoy agradecido de que more en mí.
Hay dificultades, por supuesto.
Mi adentramiento en Cristo me está presentando pruebas. Pero me siento en paz pues las recibo con total agradecimiento y no me siento abatido. Al contrario, en mitad de una tempestad le doy gracias y reconozco su gloria y generosidad para conmigo que no merezco nada y que no tendría cómo pagarle tantas bendiciones: con el hecho de estar vivo ya es un tesoro que no valoraba.
Claro que tampoco se vuelve uno un cínico o un indiferente. Es que, tendrías que conocerlo como yo lo estoy conociendo. Por pasos, poco a poco, aprendiendo. Es un proceso. No es magia ni una pastilla contra la gripa: se trata de DIOS.
De quien tuve en el olvido por años, quizá por toda mi vida. Confundiendo todo. Creía que Dios era malo, creía que Dios era indiferente. No entendía cómo me había salvado a mí el que Cristo muriese en la cruz.
Verifiqué lo que siempre mi corazón me decía. Que amar a Dios no se trata de nada más llorarle para pedirle cosas o sufrir por sufrir: el gran regalo, la gran maravilla que literalmente me salvó la vida es que al aceptar a Cristo en mi corazón fui perdonado. No saben que paz, que alivio, que peso se quita uno de encima cuando llega el genuino arrepentimiento, cuando no se puede evitar el postrarse y alabar y agradecer y pedir perdón a lo Sublime, a lo Infinito y vasto, a ese que llamaba para mascararlo Universo, Vibra, Energía: se llama DIOS. Y lo sabía yo siempre. Y es maravilloso que ya no me de pena o vergüenza mencionarlo.
Con todo respeto, me llama mucho mucho la atención que el papa Francisco de los creyentes católicos no menciona mucho ni las Escrituras ni la palabra de Cristo. Dice cosas lindas y lógicas y plausibles, pero en lo personal, extraño eso. Entre otras cosas. Aquí anoto que no se trata de criticar o echar abajo otros credos. Difiero. Pero los respeto. Dios nos pone a cada cual en el lugar que desde donde debemos actuar. Y hay que actuar por la armonía, por la búsqueda de Cristo y sus preceptos, por ese Dios Vivo que puede latir en nosotros, mediante el Espíritu Santo que se quedó aquí para ser ese vaso comunicante con Jesús y de este al Padre.
No se trata de afiliar a miembros innumerables a un club social, no son competencias tampoco; se trata que mi testimonio pueda inspirar a cualquier hermano o hermana, y si se siente atribulado, solo, abandonado, sepa que CRISTO TE AMA. Y entonces, comenzar a conocerle rebasa cualquier cosa que yo pueda escribir aquí. Como me decían en un entrenamiento que tomé de otra naturaleza (pero que curiosamente parecía que hablaban de Cristo sin mencionarlo nunca): "tienes que vivir la experiencia".
Aceptar a Cristo en tu corazón no es algo que se pueda contar. Tienes que vivirlo por ti mismo.
Siento que por fin llegué a mi hogar, luego de tanta búsqueda, luego de pasar por el catolicismo, el budismo, el ateísmo, el gnosticismo, la nada, el tantito de aquí y de allá, la gris espiritualidad, los ángeles, etc, etc, he llegado a casa. Cristo me toca el corazón porque tiene que ver conmigo y con mi cultura. Contrario a lo que comunmente pensamos las raíces de quienes somos producto de la unión entre Hernán Cortés y la Malinche están en Cristo y no en los dioses prehispánicos, muy bellos y profundos, pero que pertenecen a los pueblos indígenas antes de la mezcla que generó la Conquista.
A México le urge esa reconciliación. Forzada, abrupta, somos hijos de esa mezcla. El catolicismo se arraigó en nuestro país y esa es la raíz de quienes somos hoy mexicanos. Esto es una reflexión mía y no producto de mi nueva fe.
Independientemente de ello, y de todos los pensamientos que no coincidirán conmigo, que comprendo y respeto, lo cierto es que cada vez nos damos más cuenta del apremio que tenemos todos de ser amados y de amar.
Y tenemos miedo de amar y de ser amados. Vivimos desconfiados y cerrados. En el entrenamiento que viví precisamente lo que se busca es abrir el corazón, sentir. Porque todos tenemos una carencia de amor apabullante.
Porque nuestra idea de amor ha sido trastocada por los dramas de las canciones populares (a veces necesarias, divertidas incluso, de corta venas, pero que en verdad son una tergiversación del Amor Verdadero).
Nos educaron para sufrir en el amor.
Nos educaron para azotarnos y "disfrutar la ruptura".
Nos educaron para ser celosos, posesivos porque eso "era amar".
Y ahora sabemos que ha sido el gran engaño, la gran confusión.
Me da cierta tristeza cuando leo en las redes sociales que ante la vida "Primero soy yo, luego yo y al último yo". Es una posición probable, pero que oculta cierto resentimiento. Un dolor vengativo: ahora me toca a mí. Y una declaración de guerra innecesaria.
Cuando todo cambia, cuando se está dispuesto a dejar todo atrás, a cambiar la forma de pensar y sentir y digo: "Primero Dios, luego Dios y al final Dios", aprendiendo todo lo que les digo que he ido aprendiendo (para que no se tome literal la frase porque no es así) se siente uno tan protegido, resguardado, al mismo tiempo libre y con una ampliación del campo del AMOR, como nunca había sentido, sabiendo que lo tenía siempre dentro de mí.
Porque colocar a Dios primero simplemente facilita las cosas para que yo me sienta feliz, para que yo logre lo que sueño, para que yo ame con más intensidad. Se que para muchos sonará confuso o exagerado, pero en verdad se los comparto de corazón. Colocar a Dios primero te da una paz, porque no estás solo ya, porque permites que El resuelva las cosas, los problemas, los caminos.
Dios solo espera que creas en El.
Dios solo espera a que deposites en El tus angustias para que tu estes gozoso de que El esta para ti. Y así puedas servirle no desde el sufrimiento o el tedio, sino desde un anhelo de servir con gusto, porque todos deseamos ser tratados con cariño y respeto: todos esperamos ser reconocidos.
Re/conocidos: vernos en los demás.
Todos nos vemos en los demás.
Todos compartimos penurias y alegrías.
No somos tan distintos.
Y es gratis. Para los que creen que uno ya vendió todo. No.
Todo tiene su razón y me encanta que Dios haya puesto en mi camino a gente hermosa que me ha enseñado La Palabra de Dios con esa paciencia, claridad y contundencia.
Cuando escucho y entono alabanzas (eyendo las letras pues aún no me las sé), en serio que me viene una emoción tan genuina de agradecimiento.
Y si esa misma emoción las experimentas cuando escuchas a tu artista favorito, si ahí no tienes empacho en declarar que es un "dios" (que no lo es), si con tus artistas favoritos esperas años y luego horas para entrar al estadio y alabarlos (que no deberías), y alzas tus brazos alabándolos (que no deberías)...¿por qué te espanta que uno haga lo mismo cuando escucha alabanzas a Dios, a tu padre, al Creador del Universo, de tus vibras, de tus piedras minerales? Es lo mismo.
La diferencia estriba en que los artistas que amamos no son Dios. Y se vuelve incómodo alabarlos como si fuesen dioses. Yo sigo pensando que tienen el toque de Dios, que se conectan con el Espíritu Santo y crean. Porque solo DIOS CREA. EL Diablo jamás crea, no puede, está imposibilitado. Por ello su coraje, su envidia, por eso sus distracciones que nos apartan de Dios, haciéndonos pensar que es "ridículo, cursi o de locos desorbitados" esos que alaban a Dios. ¿En serio?
Yo les comparto de corazón y de razón mi experiencia, mi testimonio.
Sigo aprendiendo. Voy en nivel kinder.
El hecho de recibir a Cristo o, como yo digo, que El me haya recibido a mí; no me hace un puro, o un santo (en el sentido en que el mundo general entiende); por supuesto que no. ¡Al contrario! Estoy más conciente de mis pecados, continúan surgiendo, se me aparecen; pero ya no me quedo ensimismado en el remordimiento. Ahora me permito arrepentirme con toda humildad y de todo corazón.
Por supuesto que la voy a regar.
Por supuesto que la lupa estará más puesta a señalarme. Qué bueno.
Porque así me afanaré más en servir a Dios y en reparar el mal que hice.
Esto es un proceso de vida.
Pero la buena noticia es que la vivo en un gozo hermoso, en una paz que nunca había sentido.
Y mis palabras salen sobrando. Sé que no transmiten lo que yo siento.
Espero que pueda transmitirlas en mis ojos.
Abrazar a Cristo me hace un hombre más hombre.
Más cabal, caballero y trabajador.
Un hombre fuerte, León, que no tiene miedo a la vida, que ama los retos porque no son nada a lado de mi corazón que tiene siempre a Dios en todos mis actos.
Entonces todo se abre, los caminos se ensanchan,
y amo con más fuerza y dirección
y me pongo en orden
y me hago poderoso
sin perder de vista que ese poder proviene de Dios
que lograré muchos éxitos mientras Dios así lo designe
y que no importa hasta dónde me eleve: toda la Gloria es de El.
Porque nada de lo que tengo y soy es mío
Porque yo no me hice a mi mismo. Yo no me construí ni me fabriqué.
Yo no creé mi chip para crear.
Eso ninguna ciencia ha comprobado.
Porque sí hay un más allá
Porque sí hay algo infinito y más vasto que todas las galaxias
Porque existe y es
Y se llama Dios.
Ojalá le vayas perdiendo miedo al qué dirán porque des gracias
a DIOS.
Porque agradezcas cada día a Cristo.
Porque no hay nadie que niegue que sus enseñanzas son lo más hermoso y sabio que nadie haya dicho.
Dios es bueno. Nunca lo dudes.
Cristo te ama. Nunca te olvida. Tu te has olvidado de El. Yo me había olvidado de El.
Quien me conozca sabrá que hablo desde mi corazón.
Que lo digo de toda verdad.
Y que te lo comparto porque estás aquí, leyéndome,
leyendo mi corazón latir.
Gracias a Dios.
Gracias a ti.