Somos el que mata la vaca o el que le agarra la pata

¿Te has puesto a observar cuánta gente hoy en día aparanta ser lo que no es? Esa proclama de "para ser alguien debes creértela" ha desbarrancado los límites de lo lógico.

En efecto, hoy en día, en nuestros lugares de trabajo estamos invadidos por seres que tienen las siguientes características:

Se presentan como muy conocedores de tus temas y a las claras no los dominan. Sucede que es tu cliente o tu superior, entonces tienes que apechugar porque sino pierdes el empleo y los privilegios que pudieses tener con ello.

Le dan largas a las cosas. No puedes formularles directamente una pregunta porque la evaden, te dicen que después lo ven.

Hacen tiempo, se tardan en quién sabe qué tantas cosas. Pero no hacen o presentan nada concreto.

Critican sin fundamento.

No te escuchan: no dejan de teclear en su blackberry o de recibir llamadas. Esto es el pretexto invariable para salir de la sala de juntas  y no tener que comprometerse.

A la primera te dicen que no está bien sin siquiera haber puesto atención.

Su coraza es ser mandones, como organizando, pero si observas, más bien desorganizan, confunden las cosas.

Evitan plantearte instrucciones u ofrecer planteamientos por escrito, ya sea en papel o por vía electrónica.

Todo es verbal y ambigüo.

No te dicen puntualmente qué quieren y cómo.

Curiosamente gozan de la anuencia de tus jefes, como que los duermen, como que le pusieron algo en sus bebidas.

Bien mirado son ignorantes incluso de sus propias profesiones.

Entre otras cosas.

Estamos invadidos de ignorantes con poder.

Y ante esto parece que estamos inermes.

¿Qué hacer?

O te sometes ante el ignorante prepotente o huir.

O enfrentárteles. No siempre recomendable si tienes familia o una renta que pagar.

¿Somos valientes entonces?

Yo lo he visto hasta en los intestinos de sistema en el gobierno, en grandes empresas, en todo ámbito están.

Es probable que el jefe sea comprensivo, hasta lo consideres buena persona, pero sus allegados directos son la soberbia andando, la prepotencia, como hemos dicho y sobre todo, la ignorancia.


Creo que sea como sea, uno no puede autocensurarse, uno no puede no decir que esto u lo otro podrían estar mejor, si de verdad uno conoce su campo. Es lo mínimo, lo justo, por lo menos lo que no te hace sentirte mal en tu conciencia por haberle agarrado la pata a la vaca.

Está cabrón.