La política que tanto nos gusta que no nos guste

Sí, es un asco la política. No creo que exista actividad más alejada de lo que significa la verdadera política, no creo que exista actividad tan sucia, tan poco honorable y en la que prácticamente el único requisito indispensable es ser chueco o saber hacer chuequeces.

Pero, ese virus, que se compone de deshonestidad, de deseos de fregarte al prójimo, de ser el poderoso sin escrúpulos, corroe a la mayoría de la sociedad. Pobres y ricos. Si cada uno acepta o aceptamos una  gota de ello podríamos, si no perdonarnos, sí comenzar una nueva página. Borrón y cuenta nueva. Para evitar echarse la culpa unos a otros.

Sin duda, todo político despierta sospechas. Pero, estando claros que todos somos o podríamos ser suceptibles de convertirnos en uno de ellos teniendo una posición similar, asumiendo que deseamos que las cosas mejoren, no tenemos más remedio que evaluar lo que tenemos enfrente.

Los aspirantes vienen, siempre manifestándose al principio como luchadores sociales (todos sin excepción: derechas, izquierdas, centros); todos dicen conocer palmo a palmo el territorio y sus necesidades.

Todos también prometen que recorrerán de cabo a rabo el país para conocer las necesidades. Contradicciones.  Por fin, ¿lo conocen o no?

Y muchos lees creen a pie juntillas. Y la otra mitad los repudia.

En su camino a ser votados, pueden mostrarse incluso tontos, torpes. Se dejan bromear por cómicos de la televisión, hasta buscan hacer el ridículo. Suponemos que para caer bien.

Todos hablan de propuestas. Siempre se sintetizan en: más y mejores empleos, educación, mejores salarios, trabajo.

Siempre exponen que la solución es incentivar la inversión, reactivar la economía, el crecimento.

Siempre se muestran envalentonados y decididos a exterminar al crimen.

Se colocan en una artificial posición de sufrimiento, como si ellos fuesen por unos minutos (en los cuales se están vendiendo) un simple ciudadano, con sus sufrimientos cotidianos y retos. Pero no lo son. Todos ellos tienen una posición privilegiada.

La cuestión es que es así. Y con ello tenemos que reiniciar nuestra visión de cada uno de ellos. Intentar leer sus propuestas o lo que pretenden sean, lo que publican, lo que dejan plasmado. No lo que dicen en la fugacidad olvidadiza de la televisión o la radio o incluso los diarios.

Leer lo que nos dicen, más allá de ver lo que nos dicen.

Tanto si los admiramos o detestamos.

Es increíble cómo se despiertan las pasiones con estas personas, más que con los equipos de fútbol. Mediocres todos.

Pero, es lo que tenemos. Y dentro de ello, hay quienes percibimos como más cercanos a lo que podría ser una mejora para nosotros.

Algunos temen se les arrebaten sus cómodas posiciones, sus estatus, eso que llaman "estilo de vida". Gracias a ideas que les han sido inyectadas por los medios electrónicos.

Hay que aceptar que la televisión, ya ni siquiera porque sea malévola, interesada o no, simplemente por la brevedad en que se tienen que exponer las ideas, su rapidez casi loca (porque todo al final se ata a los "tiempos para publicidad"), no nos permite darnos una idea profunda de lo que ofrece cada aspirante.

No hay más remedio que echarse un clavado a sus páginas de internet, a los libros que hayan publicado sus propuestas y pensamientos...

No hay más remedio, y puede resultar un ejercicio muy rico, que tratar de conocer más a aquel que no nos gusta, más que a ese que nos late.

Es nuestra decisión, si de veras nos queremos tomar en serio. Insisto en que puede ser un ejercicio muy provechoso y rico. Interesante.