The Master
P T Anderson realiza películas que a modo de cumplido llamamos raras. Son películas raras. Y también son un conjunto de películas que si las vemos como un todo dentro de ese reflejar las profundidades oscuras del ser norteamericano bien podrían ser las más importantes de la época moderna.
Anderson tiene un talento singular para retratar los remolinos internos de un personaje reflejados en los Otros. El Uno, solo en contra de los Otros, en plural, perdidos también pero no concientes de ello.
En The Master el juego de espejos es aún más marcado, complejo, y una vez que nos permitimos adentrarnos en el cómo Anderson nos quiere presentar las facetas de sus personajes, no tenemos más remedio que quedar pasmados, asombrados gustosamente.
El título es The Master, el Maestro, pero curiosamente no entramos de manera franca al mundo del Maestro. Anderson se apoya y nos conduce a través del personaje interpretado magistralmente (hay momentos que uno siente pena, misericordia, hasta lástima y temor ante los embates de ese navío extraviado que es Freddy Queil) por Joaquin Phoenix.
Queil es un alcohólico, pero ante todo un ser que no encuentra su lugar una vez que vuelve de la Guerra. Tal vez nunca tuvo un lugar. En algunos artículos que hablan sobre este filme se anota que Anderson se basó en la vida de John Steinbeck para dibujar el de Queil, pero si no leemos esto no nos percatamos de ello y no tenemos por qué saberlo, no importa. Phoenix nos agarra de los pies y no nos deja, queremos huir, y no nos deja, ese sufrir, esa mirada perdida y desesperanzada es penetrante, nos turba. A través de la mirada de su personaje, Queil, vemos a Hubbard, el Maestro. Hay tomas, una muy particular, en la que literalmente vemos a Phoenix tapando a Phillip Seymour Hoffman mientras dice sus parlamentos (despidiéndose al término de la fiesta en la que él casó a su hija), el director quiere que veamos desde Freddy, nunca nos muestra algo de Hobbard, el Maestro fuera de la mirada de Freddy (con este film queda más que asentado que Seymour es uno de los más grandes actores de nuestra era, en las mismas alturas que un, a veces demasiado histriónico pero maravilloso, Daniel Day Lewis -ver This will be blood de PT Anderson, película que inicialmente iba a protagonizar Phillip Seymour.)
Y como vemos a Hubbard, al Maestro, atraves de la mirada de Freddy Queil, no tenemos todas las piezas, no sabemos bien a bien de dónde viene ese carismático personaje, que se presenta ante él como Físico, ingeniero, escritor y muchas cosas "pero ante todo un ser humano con un instinto inquisitivo". Si queremos seguir la historia del Maestro en la película nos vamos a tropezar, la tenemos que seguir, sentir de rebote, atraves de la mirada de Freddy. Intuimos lo que hace y provoca El Maestro, y lo que nos dice se lo dice a Freddy, queda en nosotros creerle o no.
Aprendemos que Hubbard tiene una imaginación admirable ¿desenfrenada?, un carisma que atrae a fieles seguidores para aprender o ser participes de sus técnicas llamadas Los abismos del Tiempo, un ejercicio de hipnosis en sentido contrario (pues Hubbard sostiene que su proceso despierta en vez de dormir) en el cual el participante puede recordar todo lo que sus varias almas en el tiempo han grabado y así curar dolencias psicológicas o físicas.
Pero la película no va por ahí. Nos quedamos con esos retazos que si investigamos luego completaremos conociendo que sí existió un Hubbard y que Anderson se basó en su vida para crear al personaje de su película. Es y no es el verdadero Hubbard, fundador de la iglesia llamada Cienciología (para muchos conocida como los Dianéticos, aunque para su fundador son cosas diametralmente distintas).
Anderson nos deja esos retazos para centrarse en dos personajes disímbolos: Freddy, el extraviado y Hubbard, el Maestro, quien lo acoge y lo trata, como él mismo le dice, "como conejillo de indias y mi protegido". Para mí: Lo trata como a un perro. Lo regaña y lo mima como a un perro. Lo quiere como a un perro, pero si ya no le es útil, también lo puede dejar a su suerte. Freddy se convierte incluso en su perro guardían, lanzándose sin miramientos a cualquiera que se exprese mal de su Maestro.
Pero hay más. Y ese más solo se puede describir y apreciar viendo la película.
Anderson vuelve a solicitar la colaboración del genio Jonny Greenwood (guitarrista de Radiohead) para componer un soundtrack maravilloso, sesudo y enigmático. La música nos envuelve en una atmósfera que pareciera irreal. Nos mantiene a flote en una navegación sin fin, dentro del mar del alma, de nuestros miedos y confusiones, de nuestro anhelo de tener guía, de que alguien nos diga, mira, es por aquí.
La película tiene una pátina azul persistente: en la iluminación, en los detalles de los escenarios y en la ropa. ¿Qué significará para Anderson? No lo sabemos, pero viste y le da una imagen a la película que me fascinó. Desciende las escaleras Freddy a arriba se aprecia un azul calmo, hermoso. Ese mismo azul acqua está en las camisas de Freddy, en los reflejos de luz en el piso, ¿será un simbolismo de un más allá que buscan sin cesar Freddy y Hubbard? ¿El mar? ¿Ese mar insondable del conocimiento?
Viendo ya varias veces la película (la primera vez me costó trabajo asimilarla y aún así me dejó algo que me empujó a verla de nuevo, además de saber que Anderson hace películas bien pensadas y siempre abordando temas de manera poco vista), viéndola varias veces me asaltó la curiosidad de conocer más de Hubbard. Lo primero que me vino a la mente fue: "Como la imaginación de un hombre, de un individuo, puede fundar una Religión y tener fieles en todas partes del mundo". Al decirlo no me pareció tan sorprendente, pero aún fascinante, ¿no han nacido así todas las religiones? Sucede que al tenerlas tan cercanas nos extrañan y las negamos. Las negamos de automático porque "ya existen las que tienen que ser", porque las religiones "tienen que tener miles de años" El Tiempo es un ingrediente indispensable para otorgar credibilidad a una religión.
La religión que practica Tom Cruise y John Travolta, entre otras grandes personalidades de Hollywood, esa religión de la que se dice Cruise es uno de sus líderes, cree en los extraterrestres y en una vida humana que se remonta a millones de siglos más atrás de los que los libros de historia nos señalan. Se sostiene que "la verdad yace en cada uno". Una frase atrayente sin duda. Como atrayente es la vida de Hubbard y que no se narra en la película. Probablemente porque el filo de crítica o de parecer un producto publicitario podría marcar no de manera favorable un proyecto así.
Y se nota que Anderson jamás quiso contar esa historia, él quiso enfocarse en el estudio de personalidad de dos personajes muy particulares. Es rarísimo, es casi sorprendente que tomara a un personaje tan polémico y sin duda interesante sin caer en la tentación de narrar sus aventuras, que fueron muchas, estemos de acuerdo o no con su pensamiento, para ver en pantalla una sutileza que, aunado a lo que hace Hubbard para vivir (tener su iglesia, escribir sus teorías sustentadas tan solo en una imaginación desbordante) nos mantenga atentos a la confrontación entre Freddy y el Maestro. Este quiere a toda costa conocer las razones por las que se encontraron y en dónde y en qué época. Aquél simplemente no tiene la menor idea de nada, realmente extraviado de este y otros mundos. Se dice que para alejarse de los ataques, Hubbard habitaba más en la mar. Uno, el barco con destinos, el otro, el barco extraviado y sin norte.
La actuación de Joaquin Phoenix es, para decirlo como elogio, desoladora. Y solo la par de un actor como Phillip Seymour Hoffman, que para mí, raya en lo Marlon Brando, podrían lograr esta película.
La actuación de Amy Adams también es notabilísima.
Otra maravilla de cine de Paul Thomas Anderson. Hace un cine, que si no estás prevenido, te encanija. Recuerdo que salí odiando Boogie Nights y que aluciné Magnolia. Cuando las volví a ver hicieron de Anderson uno de mis preferidos directores de este tiempo.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.