Investidos con nuestras mejores garras debemos enfilarnos a los días que hemos marcado como los siguientes 365.
Todo indica que únicamente que la memoria & voluntad propias nos conducirán hacia el destino previsto através de las calmas y fáciles aguas del olvido.
Porque debe de haber antes un destino previsto, real, diáfano, esforzado.
Todo aquello que se tenga como sencillo no califica en la agenda de los logros sin importar su tamaño o dimensión.
Si cada lapso de 365 días, que para los espacios siderales son una mirruña, ha sido fijado concientemente con el fin de no andar por andar varados a la voluntad de los oceános, justo, apropiado o correcto o sano será que enfilemos nuestra barca, cuerpo, espíritu, cargados de deseos y objetos que pensamos nos brindarán felicidad.
En este mundo desborado de complejidades, en este mundo, al mismo tiempo, tan dejado a lo sencillo, a lo instantáneo, cada vez más apresurados hacia quién sabe qué, en deuda con dioses incorpóreos manifestados en forma de tarjetas plásticas o de papel difícilmente reproducible caseramente y que nos permite vivir, así nada más, no solo subsistir sino vivir, más presto se halla el olvido que la memoria.
Porque la memoria no nada más está y es. La memoria persevera y lucha cuerpo a cuerpo, por así decirlo, contra el olvido. Al olvido no le cuesta nada pasar y desvancecer lo que recorrió.
Memoria & voluntad, plazos marcados, programados, son la única vía de una existencia más respirable en este mundo, además del camino menos tormentoso hacia la tranquilidad ansiada.
De que es difícil lo es. Los tormentos se nos vienen encima por nuestras propias desidias y ligerezas.
Lo apreciamos en nuestro vestir desconsiderado, cómodo, descuidado. Las camisas de fuera, moda ingeniosa y de éxito para no verse mal y disfrazar el abdòmen abultado. Disfraz, apariencias que trocan en realidad. Lo que vemos es lo que es. La apariencia, parafraseando a Wilde, finalmente es lo real.
Memoria & Voluntad: debe existir un lugar a dónde llegar, meta si se quiere. Puerto me gusta más.
Requerimos de un puerto a dónde arribar una vez que nos decidimos (si nos decidimos) dejar la orilla comfortable y conocida.
Descubrir no solo es dejarse ir al ai se va. Cierto es que ignoramos que retos murallas se nos enfrenten, precisamente es ahí donde radica la entereza que se acoraza con la imagen e idea fija de ese destino, 365 días para alcanzar uno de los puertos, dependiendo del país destino mayor que se haya abrazado. 365 días que cada cinco pueden revisarse para evitar el desgano, la pereza, la desilusión. El solo hecho de haberlo realizado así otorga una victoria que solo los raros que se atreven a cultivar esas reliquias denostadas hoy llamada hábitos, buenos hábitos, para calificarlo e intentar distinguirlo de aquellos que nos tienen maniatados, amordazados , eso sí sin prohibirnos llevarnos productos a la boca nada más por ociosidad, para matar el tiempo, porque no queremos saber cómo domarlo, porque es más sencillo inventarnos, sugestionarnos (dirán ahora) con la idea de que no hay tiempo, de que siempre estamos atareados, cuando, bien mirado y ejercitando el examen de conciencia, de abrir tiempo para algo necesario y sano, de ser decidido, de ser encarado, sí se puede, siempre se ha podido.
¿También a ti te domina no la tele, no la economía, no la cultura, sino tus hábitos nefastos? Nefastos porque...mírate, ¿ese con tanto peso encima eres tú?
¿qué pasa si nunca más nos recordamos que existe la memoria?
ReplyDeleteQuizá sería lo más saludable. Pero apartarse a tal grado del devenir del género humano, ese del cual formamos parte irremediable, nos dejaría desolados sin remedio. Hay dolores que hay que resgaurdar para preservarse humano. La cosa es encontrar ese balance, andar en la cuerda floja. Desapego no sgnifica indiferencia. Gracias por el comentario.
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