La virgen triste
Este texto lo escribo a vuelo de ave. La respuesta
que recibí vía las llamadas redes sociales y correo electrónico a mi comentario
sobre la decisión de la actriz Angelina Jolie de extirpar sus senos como acción
preventiva a contraer cáncer de mama, desató la ira de las feministas a
ultranza (sus agresivas embestidas confirman por lo pronto que ese encono
contra el sexo masculino tiene dimensiones que incluso, en momentos extremos,
pareciera disolver en instantes las diferencias de género en cuánto a la
capacidad de violencia), tambié de mujeres con razón preocupadas en el tema del cáncer
tan cercano a ellas, e incluso de intelectuales de nostalgias izquierdistas y
demás personajes que día con día vierten sus opiniones en estos medios desgarrando sus vestiduras. ¿Por qué tiene que ser siempre tan extrema la comunicación en las redes sociales, ya sea de parte de quienes tienen afanes ultraespirituales, otros milenaristas y otros de una dudosa pose revolucionaria?
La iracunda respuesta me sorprendió: nunca había recibido tantas respuestas a un comentario escrito en mi cuenta de Twitter. Me sorprendió no tanto que me respondieran a mí sino la intensidad con la que casi envueltos en una bandera defendieron la decisión de la sra. Jolie como si uno hubiese atentado contra su integridad física y moral. Lo cierto es que la única que está atentando contra ella misma es la señora Jolie. Y la otra verdad es que la mayoría ni siquiera leyó completa la carta que la misma actriz publica. Rasgo característico de esta nueva forma de información: se leen encabezados no el cuerpo del texto y ahora se cree ciegamente en lo que publique internet, como sucede aún con la televisión. Jamás en tela de juicio.
La iracunda respuesta me sorprendió: nunca había recibido tantas respuestas a un comentario escrito en mi cuenta de Twitter. Me sorprendió no tanto que me respondieran a mí sino la intensidad con la que casi envueltos en una bandera defendieron la decisión de la sra. Jolie como si uno hubiese atentado contra su integridad física y moral. Lo cierto es que la única que está atentando contra ella misma es la señora Jolie. Y la otra verdad es que la mayoría ni siquiera leyó completa la carta que la misma actriz publica. Rasgo característico de esta nueva forma de información: se leen encabezados no el cuerpo del texto y ahora se cree ciegamente en lo que publique internet, como sucede aún con la televisión. Jamás en tela de juicio.
Mi reflexión sobre lo que anoté es, por decirlo de
cierta manera, más la disección del comportamiento de un personaje bien
literario o de una película que el análisis psicoanalítico de la persona. Colindan en ciertos
puntos, pero yo no soy psicólogo y el estudio de personaje no solo se basa de
rudimentos del psicoanálisis (acepto que de básico nivel) sino en la
imaginación. El escritor tiene que imaginar el interior de ese personaje para
dotarlo de vida que si bien no es real tiene que ser verosímil.
También debo aclarar que no ataco a Angelina, respeto muchísimo sus explosiones y sus cambios, ella ha llevado literalmente a su vida aquello de experimentarlo todo. Su
decisión es tan respetable como la de cualquier ser humano que se empuja a inflingirse daño o provocarse el placer que le sea más gustoso, es su
cuerpo y no el de otros, independientemente de consideraciones morales, éticas
e incluso religiosas y hasta económicas. Es cierto: vivimos la justa lucha y defensa a
ultranza del cuerpo de la mujer. Mucho de la furia de las mujeres que me
atacaron cimentan esa explosión en la consigna (indiscutible según parece) de
que la mujer puede y debe hacer lo que le venga en gana con su cuerpo. No lo
discuto. Tengo mis reservas hablando del cuerpo humano, no del femenino solo,
pero lo acepto e incluso lo apoyo. Como apoyo el terrible hecho de que un ser humano decida arrancarse la vida por propia mano. Pero lo que sucede con Angelina no es solo el acto
valeroso o no de extirparse los senos, sino la revelación de un espíritu que no
está a gusto con el cuerpo que le fue concedido, así me aparece, como sueño, como imaginación. No entraré en rodeos: es una
entrada de blog, obliga ser breve. Entonces anoto:
De todo mundo es sabido que Angelina Jolie es tenida
como una de las mujeres más hermosas de Hollywood. También no son poco
conocidas sus tribulaciones de juventud. Es una mujer intensa que ha probado de
todo. Una vida que muchos condenaron de libertina, Jolie fue incontables veces
foco de polémica por aparecer besándose en los labios de manera poco fraternal
y más pecaminosa (publicaron los medios, no yo) con su hermano. Su relación tempestuosa con
Billy Bob Thornton fue la comidilla de las páginas rosas de chismes del
espectáculo. No entraré en detalles. Angelina Jolie ha sido un espíritu rebelde
desde siempre. Y sabemos muy bien que la vida de las estrellas de cine y músicos de rock es otra, fuera de la realidad de las personas comunes y corrientes.
Ahora que Angelina se ha entregado de lleno, y no lo dudo, a la protección de niños indefensos y demás causas filantrópicas, su
transformación de sex symbol a activista casi tocando ya los lindes de una sacerdotisa
bordean una actitud extrema nuevamente, pero en sentido contrario a lo que hizo en sus tiempos de juventud. Así:
Jolie, al paso de su contacto con seres humanos menos
afortunados en todos los sentidos imaginables, deja de comer, poco a poco se
convierte en una figura casi fantasmal, frágil y no lo neguemos, intimidante.
Su devoción es tal que pareciera querer mimetizarse con ellos a los que ayuda.
Pareciera que su peregrinar es un vía crucis, no se perdona por ser sensual y
hermosa. Si alguna vez se arrepintió de su pasado (oportunidad y esfuerzo que
merecemos todos sin crítica ni juicio alguno) hoy en día, al cubrir todas las
etapas que se pueden llamar de éxito para entrar en el ámbito de la Mujer realizada y triunfadora, vemos a una mujer que sigue buscando algo, innombrable, desconocido. Aquello que buscamos todos: nuestra propia identidad y lugar en el mundo.
La región más identificada con la sexualidad
femenina, muy ensalzada en estos tiempos son los senos. Curiosamente más que
los glúteos, las piernas o incluso
la vagina, los senos son sino y signo de la feminidad de la mujer, pero
también de su sexualidad y sensualidad. Jolie vio la oportunidad de arrancarse
ese que pareciera es un lastre, “no quiero que me vuelvan a ver como ser sexual
o sensual, ya no soy eso”, podría estar pensando. Ninguna mujer, ninguna, que
lleve una vida sexual sana, que se sienta atractiva, se despojará así como así
de sus senos. Nos molestará mencionarlo pero es la verdad: esto trae
consecuencias sobre todo con el esposo o pareja sentimental. Y aquí anoto: cierto es que la mujer es la primera y última en decidir qué hacer con su cuerpo (igual que un hombre), pero esto no significa que ignores o no tomes en cuenta con seriedad la opinión de quienes te aman. Nuestros actos afectarán, querámoslo o no, a quienes nos rodean, ¿nos importan?: no estás solo. O como decían las abuelas: no eres solo.
La razón por la que yo denominé como locura la
decisión de la Jolie es simple y no quiere ser una ofensa, es lo que es:
A la señora le presentaron un pronóstico, una
posiblidad, un porcentaje, no una certeza: tiene un 85% de llegar a tener
cáncer de mama. No tiene cáncer ahorita. No lo ha tenido.
Para las personas menos apasionadas, si me permiten,
podemos recordar que existen quistes cancerosos malignos pero también benignos.
El tenerlos y extirparlos no significa que el cáncer es terminal. Jolie cometió
un exceso, un impulso sin fundamento, un impulso por miedo, pero un impulso
basado en un pronóstico, en un porcentaje, no en una realidad palpable.
Ignoro qué consecuencias tenga esta decisión cuando,
no puedo evitarlo, el mensaje vino con una envoltura que no tiene otro color
que el de una campaña publicitaria: el elogio a su valentía se reconoce pero
las dimensiones que se han tornado disparatadas y exageradamente apasionadas. No olvidemos que millones de mujeres se
ven obligadas a tomar esa decisión. Millones de
mujeres pasan ese vía crucis. El extirparse antes, precipitadamente, sin una
certeza real, algo que es tan tuyo, símbolo ineludible de la maternidad, ¿garantiza el que
no contraerá la enfermedad en el futuro? No. Aclaro que no estoy insinuando que Angelina tenga un plan maquiavélico ni nada por el estilo; pero no terminaríamos de contar tantas y tantas situaciones en las que los que rodean a una estrella se aprovechan de ella y la utitilizan para fines diametralmente distintos. Hoy en día ha salido a la luz la cantidad de dinero adicional que ganan los médicos practicando cecáreas que no en todos los casos eran necesarias e inclusive benéficas para la madre y el feto.
Por otra parte los tratamientos a los que se sometió
Jolie fueron, según declara ella misma, de un sufrimiento indecible
reconociendo también que es muy costoso el procedimiento.
Valentía sí. Pero valentía precipitada. Valentía que
es idéntica a la de cualquier mujer del mundo que se ve en la irremediable
situación de realizarlo. ¿Por qué anticiparte sin tener certezas? Valentía que se abraza de su contrario: el temor inconcebible. En Angelina el caso se le aparece como una oportunidad más de sacrificio. Decidiéndolo ella y no la enfermedad (aunque siga latente la posibilidad de que la enfermedad aparezca en un 5%, según sus médicos). Antes fueron los tattoos y los
piercings, ahora es una especie de automutilación, la negación no de su sexo
pero sí de su erotismo, de su atracción sensual como mujer. Creo firmemente en
la convicción de Angelina Jolie, es más: la admiro, pero también creo que está bordeando un extremo
que más que pretender afirmar si es saludable o no, es peligroso. Es inevitable: ella ha sido un espíritu
fúrico toda la vida, ser que no se ubica en este mundo, ser que no se siente
a gusto en un cuerpo y piel perfectos y hermosos. Aquello que le dio la fama y
la fortuna es ahora motivo de desprecio. Ella quisiera arráncarse su alma de
ella misma en un acto que bien podría rayar en una especie de santidad mediante el dolor auto inflingido. No
que ella lo crea concientemente sino como un impulso, una nueva experimentación en la vida, un deseo de despegarse de su humanidad, un modo particular de tranformarse.
Las estrellas de cine y sobre todo los músicos de rock, son lo más
cercano a lo divino. No por ellos sino por lo que transmiten. Tocan el alma de millones. Sus útiles de trabajo son la inspiración y el sentimiento. Son antenas que reciben emociones que se convierten en arte. La devoción de
los fans es fidedigna, real y a veces, como fanatismo que es, exagerada. Vivir en esas cimas debe de ser una perdición. Mucho se dice que todo humano que tiene tal posición de poder e influencia debe tener siempre de los siempres un psicólogo de cabecera: su forma de vestir, sus dichos, sus acciones influyen. Para bien o para mal. Así que Angelina no es una mujer que toma una decisión por ser mujer. Ella tiene que tomar en cuenta que es una líder de opinión, sus actos tienen consecuencias no solo en ella y sus seres queridos cercanos, sino en millones de mujeres.
No sería sorpresa para mí que Angelina en unos años
se despojara de su hermosa cabellera, abandonase el hogar y la familia para
perderse en la meditación o en la devoción por los más débiles. Una especie de
Teresa de Calcuta. Pero hay una diferencia vital: Teresa de Calcuta no buscaba sufrir,
no se flagelaba al realizar su labor. La suya era una devoción y esta como tal
está provista de amor. Un sufrir por los que sufren pero con el antídoto del amor y eso le daba a ella alegría no tristeza ni pesar. El sacrificio es por amor y desde el amor, no tiene nada
que ver con la tortura al cuerpo propio. Mi madre pasó por ese horrendo
trance del cáncer y perdió su hermosa rubia cabellera, yo tenía la mía
abundante, larga y rizada: decidí raparme. Me rapé en un acto de solidaridad
con ella. Comprendo a Angelina, no la condeno, no me burlo. Me identifico con
ella, podría incluso afirmar. Por supuesto si esta es la misma Angelina que la
real. Yo hablo del personaje Angelina y lo que me transmite. El poeta también es así, incapaz de soportar la carga de este cuerpo y carne que no pidió tener, se despoja un día de todo para ser alma pura y nada.
Nadie se deshace de una parte de su cuerpo con tal
frialdad (porque parece haber sido una decisión sí precipitada y sin ninguna consideración por ella misma y, perdón, por sus seres queridos. Aunque en su carta justifica y aborda ese punto), a no ser que se tenga ya la maldita enfermedad y no haya otro
remedio. Subrayo, “cuando ya que no hay otro remedio”. Y había mucho por hacer antes de tomar esa extremosa decisión.
Angelina bien pudo seguir monitoreando su salud,
tiene a los mejores médicos a su disposición, es estricta con su dieta, etc.
Colocarán prótesis ahora. Ella tiene algo que no es
de ella. Podría ser parte de su auto perdón, la liberación de algo que era de
ella, sus senos eran de gran volumen, el deseo de millones de hombres, la envidia de millones de mujeres que, al contrario, corren al cirujano para
hacérselas lo más grandes posibles. Podría existir una vanidad en Jolie pero en sentido
contrario al empeño de toda mujer en ser bella y triunfadora. Jolie opta por trocar en Virgen, Jolie opta, poco a poco, en su
metamorfósis, a volverse como una santa, purificarse entregándose a los hombres en espíritu.
Su devoción por abandonar lo superfluo es otro acto extremo de la Angelina que
siempre ha sido, la que siempre ha experimentado todo hasta las últimas
consecuencias, la rebelde sin causa, la hermosa enojada con su belleza, la
alguna vez hiper sexual enojada con su sexualidad, ahora se encamina hacia otra
región de ella, en pos no de la belleza sino de la beatitud, pero en sus arrebatos, en su acto de mutilación simbólica
(porque estrictamente no se mutiló) anhela además poner el ejemplo.
Su mirada es ya distinta desde tiempo, te ve con
una lejanía parecida a la de las imágenes de las iglesias, su cadavérica figura
es como la de los ascetas o los yoguis que han desechado todo exceso por el
exceso de lo poco o la nada. Pero no ves paz en su mirada, no ves felicidad.
Nadie podrá negar que Angelina Jolie ha vivido
intensamente. Ni Madonna le llega ya en sus extremos. En Madonna se adivina el
cálculo de la empresaria, la publicista, la comerciante. En Jolie, quién sabe
si los beneficiarios de sus actos sean las futuras clínicas y médicos (como
ahora ha sido en México las cesáreas de las cuales ya se comienza a rebelar la
verdadera intensión económica detrás, ya lo apuntamos), quién sabe, Jolie sí se ha metido en su
papel pero no miente, es sincera; purificándose, flagelándose, haciéndose daño para pagar por su pasados
pecados. Ignoro si sea el ejemplo para la mayoría. Por
supuesto que espero equivocarme. Si hablamos de un personaje este sería ideal
para una novela o una película. Y nos serviría para reflexionar sobre cómo
tantos seres humanos hacemos hasta lo imposible por inflingirnos dolor. Y
muchos de ellos topándose por otra puerta con el placer. Los impulsos irrefrenables de quienes buscan tener el control absoluto acosta de todo, contra la vida, el destino e tal vez Dios. También continuar indagando en esa contrariedad que significa ser humano y no poder dejar de atribularse, de preguntar, de buscar, cada cual en su proporción, su entorno familiar, su historia y ese gen único que llevamos cada quién.
Es como el suicidio de Mishima, fue un sucidio de múltiples
razones: rito antiquísimo del samurai japonés, negación de la actualidad
sometida a los dictados de la superfluidad y el dinero, acto homosexual: la
espada que penetra en el hombre y es al tiempo el símbolo de su virilidad, acto
de amor, renuncia del mundo bajo los términos propios: atisbo de control hasta
frente a la muerte misma.
A mí me ha dado mucho que pensar.
Independientemente de ello, si en verdad esto puede
ser llamada una decisión razonable, quedo entonces callado pero también
sorprendido y debo decir: espantado.
Angelina Jolie, el ángel jubiloso: la virgen triste.
Nota: hay mucho más que explicar sobre este caso, en el transcurso de los días seguiremos alimentando la reflexión.
Adjunto el link con la carta expresamente escrita por la propia Angelina Jolie
http://www.nytimes.com/2013/05/14/opinion/my-medical-choice.html?hp&_r=0
Adéndum:
Adéndum:
Concluyo con un fragmento escrito en la luz
–como siempre escribía ella pese a que se encontrase adentrada en exploración
de la oscuridad- de María Zambrano acerca de la creación inevitable de los
dioses para el ser humano:
“Ante lo divino extraído de su propia sustancia,
queda inerme. Porque es su propia importancia de ser Dios la que se le presenta
y representa, objetivada bajo un nombre que designa tan sólo la realidad que él
no puede eludir. Viene a caer así en un juego sin escape de fatalidades, de las
que en su obstinación no encuentra salida. Reducirse, entrar en razón, es
también recobrarse. Y puesto que ha caído bajo la historia hecha ídolo, quizás
haya de recobrarse adentrándose sin temor en ella, como el criminal vencido
suele hacer volviendo al lugar de su crimen; como el hombre que ha perdido la
felicidad hace también, si encuentra el valor: volver la vista atrás, revivir
su pasado a ver si sorprende el instante en que se rompió su dicha. El que no
sabe lo que le pasa, hace memoria para salvar la interrupción de su cuento,
pues no es enteramente desdichado el que puede contarse a sí mismo su propia
historia.” - Introducción de El
hombre y lo divino.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.