Me gusta el mundo. Me gusta mucho.
Me gusta todo lo que abraza el mundo.
Me gusta todo lo que sucede.
La capacidad que tienen los seres humanos de crear cosas hermosas y también me maravilla, sí, la capacidad igual que tienen (tenemos) para destruir.
Somos una amalgama de contradicciones y nos negamos a aceptarlas.
Entonces estamos en el estira y afloje de ser o no ser con ellas o sin ellas.
Me gustan las olas que se forman entre los que piensan de una manera y los que piensan de manera contraria.
Todos somos ellos. Y todos, dependiendo de las circunstancias, venimos de un lado y estamos del otro, o nos pasaremos al otro, en algún momento.
Estos años he disfrutado como nunca mi escribir, que aquí en estos blogs quiere ser sencillo pero que en mis obras quiere ser más retador, más exploratorio, más para los aventureros del lenguaje. Cuando me vuelvo a leer me digo, órale, qué bien se escucha esto, cómo dio este cambio el personaje.
También he disfrutado como nunca leer. Qué placer tan grande es leer. Qué las palabras activen tu imaginar y tú formes a la heroína, y tú le pongas rostro al villano.
He gozado, sobre todo, de mis relecturas. Los favoritos personales y los hallazgos nuevos que sorprenden luego de unos años en que uno no había vivido tanto como ese libro.
La música sigue siendo mi regidora por sobre todas las cosas. No hay minuto en que no esté escuchando algo.
Me encanta viajar en Metro y más me gusta tener mis audífonos y escuchar música, mi música, perderme ahí, sobre la música fea que atraviesan los oídos las bocinas mal calibradas y archiagudas de las personas que venden discos.
Veo rostros. Veo a la gente. Me veo en ellos y no me veo en ellos.
Nunca he encajado en ningùn grupo. Ni siquiera en los que pensé me abrigarían: el intelectual, el de los escritores...no.
Y no me quejo, así es y me ayuda a aprender más cosas.
Sí busqué durante años ser publicado por una firma conocida porque pienso que mis libros valen mucho la pena de ser leídos por alguien por ahí que espera un libro así.
Pero, también estoy conciente que mis libros no son populares, ni son para todos. Son para gente muy aventurera de la literatura y esa es muy poca.
No importa.
No solo hago eso.
Estoy fascinado con los idiomas, y pretendo continuar con ello hasta el final de mis días. Es increíble leer a un poeta en su lengua original.
Todo es descubrimiento
Soy todo ojos.
Vengo a ver. Vengo a verte. Vengo a verlos.
Tal vez, por ello, nunca he podido hacer contacto duradero con ninguna persona.
Yo vengo a ver y a registrar lo que veo.
Ya traspasé las barreras del querer estar con alguien toda mi vida. Ya busqué. Encontré pero no me encontraron a mí. No importa. Ya ví. Ya lo viví.
Y ya despojado de esas necesidades me dedico a trabajar y a disfrutar lo que hago.
Más conciente de mi cuerpo. Siento que ya es un deber humanitario tener un peso adecuado. Tener sobre peso o estar obeso se me figura una falta de respeto para quien no tiene nada que llevarse a la boca.
Más conciente de mi mente. Sientes una gran ligereza cuando te libras, lo más posible, del pensamiento de personas que se cruzaron en tu camino y chocaste y no hubo la conexión que tú querías. No importa, se continúa ya sin el peso del coraje o del resentimiento. No digo que anhele verlos otra vez, mejor no, no quiero. Pero mi ser está sin esas cargas. Simplemente son pesos que uno no debe llevar. No sirve de nada.
Más conciente de lo que uno come. La contención. Contenerse de no comer únicamente y en exceso aquello que no es sano. Contenerse de los placeres de la gran droga que es un alimento o dulce que nos gusta. En mi caso, el chocolate.
Más conciente de los demás: no dejándote pisotear, pero tampoco tú sintiéndote más. Simplemente comprendiendo que así somos los seres humanos. O tratar de estar, o evadirse de cualquier situación que no ayude a tu bienestar. No es obligación estar, ver, hablar, escuchar a alguien que no nos cae. Siempre sin atacar. Solo defenderse.
Más conciente de la sexualidad: somos humanos y no importa a quién se decida amar o no. No importa si es mujer u hombre, no importa si es hombre que quiere ser mujer o mujer que se comporta como hombre. Importa la libertad de elección. Importa que eso no nos afecta en nada y que todos tenemos algo oscuro en los cajones más recónditos de nuestro ser. E igualmente, si no nos parece, no estar ahí, pero no atacar.
Más conciente de hacer que de decir.
Yo he descubierto, el mundo también me lo ha hecho saber, que soy un ser, que siempre he sido un ser solo. Que al final, siempre me la paso muy a gusto conmigo mismo. Que dedico mucho tiempo a escribir, a pintar, a leer, a ver películas.
Desde niño fui así. No es sorpresa.
En mi caminar y aprender intenté, me esforcé, quise conectar con los demás. Se dieron lapsos hermosos, otros muy duros, pero lo hice. Y el río de la vida me vuelve a arrojar a un lugar montañoso, con una cabaña cálida, sola, donde se oye el agua correr y se siente a dios pasar como el viento más tranquilo que haya sentido.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.