No porque ya hagamos como que se acabó el año, pero me viene de pronto el deseo de hablar de esto: vivir sin la política.
Toda mi vida fui lo que le llaman un rebelde (ahora no se realmente que signifique pues en estos días se identifica la palabra con arrojar piedrones a cristales de tiendas y nunca hice eso), la oveja no negra pero sí perdida, extraviada. Me gustó perderme por años.
Este año que está a punto de terminar, un año después del fin del mundo, decidí alejarme un poco, poner mi distancia de los programas de análisis político, la lectura casi obsesiva de La Jornada y demás diarios de otros bandos, jamás he visto a Joaquín López Doriga ni al del canal 13, el señor que es idéntico a Maduro, el presidente de Venezuela (presidente, brujo, clown, cómico...) y la tensión, casi como milagro, desciende o deja de presionar tanto.
Si de por sí los apuros económicos están a la orden del día, no comprendo aún por qué somos tan dependientes de las noticias. Nos han vendido muy bien el concepto de "estar informados para poder decidir." ¿Decidir, qué? Quién sabe.
La cosa es que uno puede desligarse de todo tipo de noticieros (todos son de chismes, ya sea espectáculos, deporte o pollítica o la siempre bien recibida nota roja) y sentirse muy bien.
Puede sonar desconsiderado porque "no estoy enterado del sufrimiento de muchas personas". La cuestión es que estar enterado de una o centenas de desgracias no provoca que esas personas o sus seres queridos se recuperen o no.
Tenemos una superstición arraigadísima en la cual sentimos de veras que estar enterado de una cosa así nos conecta y que nuestra reacción puede afectar a aquellos que la provocaron. Como las "vibras" que todos en México o en otro país amante del futbol dicen que transmiten (al parecer con la mente) para que el equipo gane. Todos sabemos el resultado.
Las vibras, la buena onda, combinado con el "estar informado" no resuelven nada.
Quienes ganan dinero sentados alrededor de una mesa para quejarse (más que para analizar) lo que hizo o dejó de hacer el Presidente o tal o cual político, les hace bien a ellos porque tienen un ingreso económico por hacerlo. ¿Nosotros qué?
Y sinceramente, no nos dicen algo que no hayamos nosotros discutido en un viaje en el Metro o desayunando.
Es cierto que hablar de política y deportes es entretenido: es la novela viva, es el verdadero Reality en el cual estamos todos inmersos. Sin control, sin manera alguna de resolver nada de lo que tanto nos aqueja. Se encienden los ánimos, se ha llegado a matar por una discusión de esas. Mientras los poderosos, chiquitos o grandes, siguen recogiendo el dinero con pala.
Es cierto que los medios de información masiva tienen mucho que ver en arrojar esos polvos mágicos, pero quienes también colaboramos somos nosotros.
Echar culpas es muy cómodo. Incluso hoy en día hasta ha llegado al colmo de ser sinónimo de "intelectualidad". Actores que supuestamente detestan la televisión "comercial" o la Tele a secas, se forjan una imagen intelectualoide y "comprometida" la cual les genera buenas ganancias. Todo es dinero. No es novedad.
Esto no signifique que existan artistas realmente comprometidos, pero no se ven tan fácilmente. La mayoría usa ese concepto para venderse. Y no tiene nada de malo venderse. Solo habría que aceptar que los o nos beneficia.
Novelas que se venden como "el reflejo del México de hoy" van a vender más, aunque sean la reproducción de un diario de nota roja (¿qué diario no es de nota roja ya?)y ganarán muy bien.
Entonces, piensa uno: ¿a mí en qué me beneficia? Tan solo en hacerme sentir mal la avalancha de malas noticias, de que esto está mal, de que lo otro está peor. Ayer escuché a un académico, al cual admiro y respeto mucho, que cierra su intervención anunciando, casi con la espada en llamas, "esto es el anuncio de lo que viene, y será peor." Sea o no verdad, ¿a mí en qué me ayudó?
¿Estuve mejor informado? Es parte de lo mismo, ya lo sé que las cosas están mal.
¿Me ayudaron a decidir? En mi caso sí.
La dosis de noticias debe ser mesurada. Si uno abre los diarios cada siete días se percata de que no ha pasado casi nada de lo que no hubiese pasado antes. Los nombres cambian pero en una semana aún capta uno la conmoción, si es que uno desea un baño de aguas negras.
Si se trata de un personaje realmente, pero realmente grande, es inevitable que no lo sepas sin tener que ver tu móvil o encender la radio.
Ese demonio sin cabeza de miles cabezas que llamamos Sociedad y de la que formamos, irremediablemente parte, nos empuja a sentirnos mal por no sentirnos mal como los demás.
Jóvenes que son manipulados por su comprensible malestar ante el estado de las cosas, al que entrarán tarde o temprano, se manifiestan de las maneras más ineficientes.Pero, dentro de la sinceridad que parece hallarse dentro, también se encuentra ese imán llamado "la imagen". Si se es rebelde esto equivale a decir que se es mejor. Todo buscamos destacarnos, elevarnos por encima de los demás, no está mal. Pero hoy en día fingimos que somos mejores. Nos ponemos el vestuario del que se nos hace superior, con una actitud grosera, altanera generalmente, negando todo como tic de que se es muy culto...pero ¿en verdad? Casi siempre es solo la apariencia.
Se está "en contra" con toda una moda de máscaras, pasamontañas, paliacates, un amor inexplicable por los indígenas (sin verdaderamente ayudarlos, o sin indagar si ellos quieren ayuda. Veánse bien a estos protectores y pareciera que se sienten salvadores. ¿No sería una actitud llamada a reflexionarse, cuando la mayoría de ellos pretende instaurar un mundo "socialista", cuyo significado verdadero no han comprendido cabalmente?)...La apariencia
Somos los esclavos o servidores de la Apariencia.
Y sincera o no estamos vestidos con ella.
No lo juzgo. Solo señalo que sería sano percatarno de ello. Meditarlo muy bien.
Y ayudarnos a no exaltarnos tanto en batallas que solo al final siguen ayudando al poderoso y nos siguen deprimiendo a nosotros.
Quejarnos de si la tele nos controla o no, de que si la publicidad nos dicta qué hacer o no...bueno, ¿qué no tenemos libre albedrío?
En mi caso, que he aprendido, a fuerza de haber pasado por esas etapas de manera muy sincera y entregada, tratando de involucrarme en causas justas, asociaciones que dicen defender las causas justas, caminar, marchar, gritar, protestar, levantar el puño... de haber sufrido desilusiones igual de intensas de esos mismos, ahora pienso que, si puedo ayudar, busco que sea la manera más eficiente para mí y procuro no hacerle publicidad, a menos que a los que intento ayudar de veras les ayude...y no a mí, a mi imagen de altruista revolucionario.
Todo hoy es fama o dinero. Y generalmente si logras algo de fama, vas por el dinero.
Tampoco está mal. La cosa es, ¿por qué no lo aceptamos? ¿Cuál es en verdad la esencia de eso diabólico que queremos desterra y negamos mientras tuiteamos en nuestro nuevo iPhone y vestimos lo más trendy?
Yo he sido en esta vida muchas cosas, he sido casi todos, creo que he vivido muchas vidas, a veces no lo creo, a veces hasta parece de novela. Pero sí.
Vivir sin política hace muy bien. Sin esa política que nos echan encima, ustedes saben a cuál me refiero. Sin esa política de la cual nosotros somos la carne del asador...si queremos, si nos dejamos. A diestra y siniestra, solo sirve para deprimirte. ¿Te quieres sentir así?
Yo no.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.