Hay que entender una cosa: todo termina.
Tal vez, este mundo se trate de vivir lo que tengamos que vivir solo una vez.
Tal vez, nuestras insistencias en repetir experiencias son las que nos hacen esclavos de nosotros mismos, pues deseamos aferrarnos a lo que ya debimos vivir para seguir.
Humo & café
Ahora que, por razones que aún no están totalmente claras ni sinceras, el tabaco está prohibido, vuelven las evocaciones, como el humo que danza en sus formas caprichosas, a esa imagen, ese estilo que impacta una fotografía cuando alguien tiene un cigarro en la mano o entre los labios.
Evoca cosas.
Ideas.
Evocaciones.
Nuestra casa somos nosotros mismos. Nosotros deberíamos decidir a quién dejamos entrar y a quién deberíamos despedir.
La idea del héroe, como ese ser singular, contradictoriamente desterrado de la misma sociedad que lo reclama y le reclama si no hace su trabajo.
Me gustan los libros. No solo por lo que uno se encuentra dentro de ellos, sino físicamente. Los libros: su forma, su textura.
Me gusta ver las letras impresas, el negro sobre el blanco. Como se van formando, las líneas que componen y por supuesto, lo que dicen.
A veces leo varios libros, no exactamente al mismo tiempo porque sería imposible, pero no esperando a terminar uno a uno. Leo un poco de uno, luego lo dejo y me paso al otro. Cuando estoy dispuesto a hacerlo puedo distinguir qué pasajes corresponden a qué título. Cuando no y continúo, es curioso como se entremezclan escenas y el cerebro quiere justificar los actos disparatados en ese momento de un personaje que en realidad ya asumió el rol de otro.
He continuado en la composición de unos relatos y un guión cinematográfico envueltos en la atmósfera, que inspira siempre sentimientos contrastantes y por ello misteriosos, de una cabaña en mitad del bosque.
El camino es que no hay camino. En verdad no lo hay.
El amor no existe y no es.
Es solo una idea de lo que sería.
El café, como el cigarro, representan en sí mismos una imagen de evocaciones. En las manos de una persona entraña preguntas e historia; narraciones.
Evoca.
Ya no hay ilusión.
Cuando ya se comprende todo.
No existe la espera de algo o alguien.
Cuando se comprende todo es cuando la vida está lista para irse.
Quienes se quitan la vida lo hacen en un rapto que encierra lucidez: en verdad no tiene caso nada, porque todo ya se tuvo, y todo se perdió.
Cuando ya no hace falta nada, es cuando uno decide irse.
