Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Wednesday, December 31, 2014

Un viaje de año nuevo



Si atendemos a lo escrito por Cela acerca de las tres clases de viajes, dos primeras previstas y la tercera, circunstancial: de altura, de cabotaje y de profundidad; pasando por su enumeración de aquellos escritores de viajes como Chateaubriand, con su itinerario de París a Jerusalén, su viaje a América o a la India, o de Azorín en sus Los Pueblos o Baroja mareándonos un tanto mas por la riqueza del menú; el viaje precisa de un requisito voluntario: la disposición. 

El futurear con el viaje, las preparaciones previas, la de índole económica, burocrática y emocional, agregando una pizca o dos manojos de cultural, nos motivan. Son un vislumbre: hay una fecha resguardada en la cual nos encontraremos allí.

Por supuesto que hablamos de placer, de olvidarnos de nuestro mundano cotidiano para, en el general de las ocasiones, embadurnar la vista de edificios suntuosos, antiguos o ultramodernos, mirar emborronados rostros deambular (nunca tenemos real conciencia de que esos seres bípedos se dirigen a sus empleos con la talega de angustias, estas sí globalizadas).

Nos disponemos a mirar. A mirar y a caminar. Aquí sí no tenemos empacho en reconocer que se andará por horas. Porque se supone que el caminar es un disfrute y mirar un placer, "los privilegios de la vista" le tomaría prestado Paz a Góngora.

En fin, que se me pasa que esto es un blog y no una novela. Que la brevedad aquí, como ha resultado convertirse cada aspecto de nuestra existencia, apremia: si nos disponemos a lo plancentero, ¿por qué no hacia aquello que vemos como obligación? 

Podría parecer una interrogante estúpida. Quizá, mas ¿no sería menos ingrato vislumbrar ese viaje tenido como obligado como una aventura? ¿Acomodar la disposición para hacernos ligera la carga?

En mis años andados resulta que he descubierto el hilo negro: son las obviedades las que contienen tal gramaje de sabiduría y ¿podría denominarle pragmatismo? que por ser obvias las pasamos por alto. Lo obvio se nos hace insulso a nosotros que no conformamos un dechado de profundidad reflexiva -ese apremio, esa carrera contra el tiempo, esta sí, la más insulsa e inútil de todas.

No tengo amigos. No es una queja ni me ha embotado la amargura. Esta temporada, sobre todo si se pone fría y nublada, me pone feliz, me reanima. A mí es el sol intenso el que me deprime y me empuja con cabeza gacha hasa la mazmorra adorable que llamo hogar. 

Se supone que estos días uno debe pasarlo con los amigos. ¿Qué son los amigos? ¿Qué es la amistad? Hay alguien a quien envío una felicitación y siento como si primero sometiera mi mensaje a un escrutinio meticuloso para prevenir "peticiones". Sienten que se les va a pedir algo. Y luego de bastantes minutos ya responden con las frases de cajón. Yo también mando frases de cajón. Este año menos sentidas que en otros. No porque no les desee lo mejor a los conocidos que a veces por pena tengo que llamar amigos, sino porque simplemente no siento nada.

La amistad es algo muy extraño. Te llevas bien con alguien, de pronto, si sabes que puedes contar con él es tu amigo. Pero son raras las oportunidades para poner a prueba tal hipótesis, así que la amistad se torna anhelo también. No lo sé, esto habría que explorarlo más y no se a qué viene en esta entrada. Lo cierto es que el mismísimo Baudelaire exclamó, "¿Amistad? No se qué signifique eso...¡pero mire las nubes, allá, mire las maravillosas nubes!"

Esto tal vez se deba a que no convivo con mis llamados amigos. Yo tengo la conciencia, desde hace años ya, de que debía ser más gregario y aceptar las invitaciones. Pero se entrecruzaron los deseos y aquellos que alguna vez (hará diez años) se dignaron invitarme abandonaron el intento.

Y si ahora me invitasen me sentiría fuera de lugar. Como bien dicen las muchachas mexicanas, "no me hallo".

Así que no se culpa a nadie. Y quisiera, y me imgino que en una vida paralela me vi rodeado de amistades, todos bebiendo alrededor de un tocadiscos, escuchando vinilos de blues y soul, riendo, y luego ya en voces más bajas conversando sobre sueños y esperanzas. Me veo. Algún día.

No es nostalgia. Me acostumbré ya a este vivir. 

Es inevitable no pensar que de alguna manera nos golpea esa ola de "unión familiar" que nos azota en los medios y en nuestra cultura aprendida (que la cultura siempre aprendida es).

Yo estaba dispuesto a visitar una casa este año. Estábamos. Pero al parecer las circunstancias no se dieron. La cuestión: quizá yo no sería recibido con los brazos abiertos. El cuento de que la familia de ella no ve con buenos ojos nuestra relación y el bostezo del etcétera.

No brincaba de entusiasmo por acudir. Estaba feliz de acudir de la mano de ella y por ella, que era quien más lo deseaba. Conocer a su abuela, hacerme presente y dejar de ser un fantasma, un demonio del que se narraron historias entre terroríficas y tristes, porque el prejuicio no es ingenioso.

Para mi fortuna, yo no me veía atravesando la puerta con rencor en la mirada y latiendo. Se me hizo un considerable regalo de año nuevo: has aprendido, diste otro pequeño paso para tu humanidad.

Lo iba a hacer por ella. Ella dijo que se aproximaría a su padre, el más calmo de temperamento, para dilucidar la posibilidad de quitar el velo y destronar a los demonios, también para sopesar qué tanto sería tolerable para su madre la presentación, aquí sí, todos, incluido yo, preocupados por las consecuencias que podrían desatarse (y bien sabemos todos las tormentas que se dejan caer en estas fechas con el alcohol y la zozobra de malestares individuales que trocan en recriminaciones hacia el otro o la otra...)

No sucedió. Hasta ahora no conozco las razones. Ingoro si ella lo pensó dos veces. Una parte de mí se siente mal porque no quiero desilusionarla en nada y solo busco que mantenga esa mirada despierta y contribuir a su felicidad. Otra parte de mí se sintió aliviada. No rehuyo el encuentro pues nos amamos y ella me ha abierto nuevas ventanas en mi ser con paisajes que no sabía yo que podría volver a disfrutar. Ella me ha mantenido a flote, en vuelo. Y no le platico mis penares, no le comparto que sí, que en efecto, aún no he podido exorcisar un espíritu aplastado en su tristeza de no haber logrado eso que había anhelado lograr. "Tonterías", me dice mi cabeza loca, "Pamplinas, ¿para que rayos quieres ser reconocido? Sería mejor que desistieras de sus andanzas literarias. Si no la has hecho es por algo. ¿Qué no te das cuenta? Te hace falta lo más importante."

Tonterías, me repito. El éxito es un sentimiento de cúspide creada por el mundo. No es necesario. No es importante. No existe el éxito ni el fracaso. ¿No? Me respondo. No me creo mi racionalización. Y una flama me sube desde lo más profundo de mi ser y arde y duele.

Pero esta la vida, esa es la vida, esta es. Y es un viaje.
Y me propongo, ahora que viene a cuento, proseguir, no se si en el que era mi anhelo mayor porque ya lo tengo por perdido, si no en vivir. Proseguir dispuesto.

Pongo mi disposición simplemente en las manos del destino o si hay un dios pues de él o ella (pronto comenzará a sonar el run run de que Dios no es hombre sino mujer, ya se bromea con ello cuando se ve la fotografía de una mujer que es prácticamente un imposible para la mayoría de los hombres), pongo mi disposición y quiero relajarme, quiero no angustiarme tanto al pensar que en este viaje poco he logrado de lo anhelado y más he regado errores, virado caminos, sin encontrar aquello que deseo. ¿Si se lograra vería el fin de mis tormentos? Quién sabe, no se puede saber, sobre todo si uno trae dentro un infame niño poseído por el mal, que se esmera y esmera con natural eficiencia en aguarme la fiesta siempre.

Me dispongo a continuar porque sí, hay cosas buenas, porque no hay de otra. Y porque, por lo menos, no se puede uno abandonar más.

Renunciando a persecuciones infructuosas, dejando (como lo he hecho los últimos meses) de escuchar las noticias de la radio (no tengo t.v.) ni leer los diarios. Ahí tal vez alguna vez al mes de pasada para comprobar que nada se ha movido de su lugar. 

Ella me alumbra y con ella he aprendido de esta disposición pues soy receptivo. Me dedico a escucharla con mucho placer y alegría. 

Me lee sus escritos, que son maravillosos. Me lee fragmentos de la novela que la tiene obsesionada ("Y el Asno vio al ángel" de Nick Cave).

O no solo me lee, me dice de memoria pasajes completos de Wilde o de algún otro héroe de su corazón diáfano y sabio.

Eso es ahora lo que me da respiro y bombea mi sangre. 
Es su turno. 












Tuesday, December 16, 2014

2015


hablar menos.
hacer más.

cero queja.
más trabajo.

2% noticias
98% leer, crear, trabajar

hablar menos
escribir más

Y si se va a hablar o "comentar"
pensarlo antes una vez
pensarlo antes dos veces
pensarlo antes tres veces

si es para atacar sin fundamento ni contrapropuesta
callar

devolverle su valor y respeto a la libre expresión

la libertad de expresión no es decir todo lo que me pasa en la cabeza

bien mirado

ya todo está dicho.







Friday, December 12, 2014

Peña Nieto: No duró nada mi voto de confianza



En alguna entrada de este ya viejo blog escribí que me daba la oportunidad de darle un voto de confianza al actual presidente de la república.

Pensaba que era necesario dejar que las reformas aterrizaran y constataramos que en verdad se tenía un Proyecto para México.

Es más que obvio que la manera tan chapucera y medrosa, además de irrespetuosa para con la gente (en especial para los que han perdido a sus seres queridos "desaparecidos", los 43 y centenares más) ha roto en mil pedazos la que ya era muy frágil confianza.

Quise darme la oportunidad de "no ser de los negativos". Pero es imposible. No soy inocente, por supuesto que no tenía en mente un país de ensueño y un líder resuelto y justo, magnánimo.

Los gobiernos (porque el de Felipe Calderón no se queda atrás, ya se les olvidó pero él no lleva a cuestas 43 muertes sino miles y además lo dijo con toda sus letras casi ufanándose, "declarándole" la guerra a los carteles) siempre serán los mismos con distintos nombres. Imposible confiar en ellos. De plano no se puede.

Aunque he sido a veces reflexivo con los movimientos estudiantiles, siempre he tratado de proponer, puesto que siempre ellos, así como la gente, estaremos en desventaja ante los poderosos. No he sido alguien que los respalde a ciegas. Y siempre, me parece, he dejado claro que en un momento crítico, con mis reservas o no, siempre estaré del lado de la gente.

Es cierto que si cualquiera de nosotros estuviera en una situación privilegiada y poderosa, difícil sería ponerse del lado de la gente, solo espíritus grandiosos y muy contados lo han hecho, pero no es mi caso.

Trabajo en una empresa que me prometió estar contratado y luego de un año resultó ser mentira. Nos regatean los pagos, y andamos mendigando que nos paguen, que nos paguen por nuestro trabajo. Es ya casi de risa (dramática) y loca.

Pero así es esto.

No puedo decir que me siento desilusionado del sr. Peña Nieto. Sigo pensando que él no es quien lleva las riendas de este país. Tampoco lo disculpo.

Aún mantengo mi dieta de noticieros. No es necesario estar pegado los 365 días del años 3 veces al día para saber lo que pasa. Los medios de información son necesarios, peor estaríamos sin ellos, no importa sus tendencias, pero si uno no mantiene la distancia te perjudican el ya maltrecho ánimo.

Estamos atravesando por sucesos que, por ejemplo, en Estados Unidos pasaron hace 40 años o más. Pero los dramas humanos no deben compararse, sería ser tan cínico o desvergonzado como quienes los han perpretado.

Inocentes o culpables nada justifica que se "desaparezca" a alguien. Ni que le hagan daño.
Nada justifica que un gobierno quiera darle vuelta la página y "olvidar".
Tampoco se puede vivir ni avanzar en la amargura sola. Eso también, para nuestra contra, alimenta el poderío de los que gobiernan.

Es más complicado para los que sufren, es más que un reto para los que toman conciencia: hallar el equilibrio. Pues, gracias a ellos, siempre estamos al filo de romper la paz que tanto anhelamos.

Ofrezco disculpas por mi estupidez: confiar en el gobierno, ¡ja!

Wednesday, December 3, 2014

Nobel y la corrección obligada


Nobel y las correcciones obligadas









Dicen que es de sabios corregir. Quizá tengan razón los que dicen que si no hay algo bueno que decir mejor es callar.

Que una persona como la que redacta esta entrada se exprese del sonado premio, en particular no adheriéndose a la decisión del jurado de otorgarlo a Patrick Modiano, no está bien. No es lo correcto.

Habla más de la frustración personal que de las cualidades o deficiencias del premiado.

Frustración. Suena horrendo escribirla y aún más: reconocerla.

La realidad es pasmosa, y podríamos inventarnos cuántas razones nos dé el entendimiento pero lo cierto es que uno carece del estatus que podría justificar una crítica tan severa como la que hice al autor francés.

Si lo hubiese hecho como lector quizá la conciencia no me pegara tanto.

Porque uno se atreve a filtrarse ahí aduciendo dotes literarias, creyéndose escritor, y el ser llamado Escritor requiere de elementos adicionales que van más allá de nada más publicar un libro. La realidad contradictoria: el que escribas no quiere decir que seas escritor. Y porque es claro que uno se está comparando con el escritor galardonado suponiéndose mejor. ¡Qué inocencia!

Si uno sigue en las catacumbas de los irreconocidos será por alguna buena razón. ¿Será prudente dejarlo por la paz?

Me disculpo por la soberbia y banalidad. Libertad de expresión no es decir absolutamente todo lo que uno piense, antes de expresarse la libertad, más que su libertinaje, sopesa fríamente si trae consigo un sustento contundente y un aporte constructivo. Y la sinceridad no es pretexto para soltar amarras nada más porque sí. La sinceridad, sorpresivamente para la ola sobre la que vamos montados hacia el otro extremo, hoy más que nunca requiere de contención.

En aras de buscar desintoxicar el ambiente de tanto ruido, inmersos en enemíl vehículos llamados de comunicación ya trae letrero de urgente el necesario ejercicio de medir nuestras palabras.

Así, en la falta pongo la corrección y va una sincera felicitación al Premio Nobel 2014, Patrick Modiano del quien hace unos días leí un par de obras.