Por costumbre cultural, porque los hombres requerimos de rituales, cada año que se cumple de vida es visto como un punto de quietud en el cual tiene, debe o se quiere disponer un balance sobre el año vivido y sobre la vida vivida.
Yo puedo decir que llego a ese punto culminante o preculminante con mucho reposo de cientos de cosas que me atormentaban, de verdad me atormentaban. Esta vez no. No este año.
No me hago preguntas. O las preguntas y cuestionamientos los dejé guardados en un cajón.
Sentencias, sin que tengan que ser lapidarias pues todo cambia y aunque no cambiemos sí cambiamos:
1. Veo al mundo tal cual. No me ando revolviendo la cabeza ni la panza torturándome sobre por qué alguien es así o asado, por qué el mundo es así o asado. No me pregunto ya eso.
2. En lugar de estarle dando vueltas que te vueltas sobre qué haré y cómo, simplemente me pongo a hacerlo. No lo digo con sentido ufano ni con presunción. Simplemente así le hago ahora. Me propuse no estarle dando vueltas al asunto pues no hay de otra.
3. Hoy en día se trata de sobrevivir para vivir. No se tiene seguro nada, absolutamente nada. Así que, aunque tengo momentos de preocupacón como todos ustedes (básicamente por los dineros que no alcanzan para pagar a veces las mundanas cosas), tener mucho más no me interesa. De hecho, tiene años que me dediqué a des/hacerme de cosas y no de atiborrarme de objetos. Aunque ahora tengo una excepción gozosa que anotaré más adelante.
4. He disminuido la dieta contaminante de estar sumergido leyendo todos los diarios y escuchando programas de radio con sesudos analistas al 80%. Solo 20% dedico a ello. Al vuelo. Que ya no me clavo vamos en qué hizo ese otro. Ya tenemos más que abusivamente demasiadas noticias para saber de qué se trata este mundo o por lo pronto saber cómo funciona, nos guste o no. Así que, ¿para qué darte manija con eso? ¿Sirve de algo?
5.Solo recuerdo a quién me importa. No es mala onda, ni revolturas de pensamiento. Simplemente le pongo atención a lo que me interesa, minding my own business.
Futuro.
No me obsesiono mas no soy indiferente. El futuro me importa porque se tiene por qué. Me acompaña en mi soledad tan gozada, reímos, amamos, y reímos otra vez. Por ella, por mí, me entra la gana de volver a tener nuevas cosas, algún mueble. Algo bonito.
Porque vislumbrar un futuro o llevarlo contigo como de un hilo un rojo globo, es muy lindo si vas de la mano de ese amor y mientras tanto, sean peras o manzanas, gozas como nada ni nadie el presente.
Vida
Claro que se vale vivir como se quiera porque en este milenio cierto es que nada es definitivamente cierto, ni todo es una mentira.
Los claroscuros son misteriosos pero también son bellos.
Si tengo el privilegio de tener las pocas cosas que tengo y el mucho amor que va de mi mano, aprovecharlo ahorita y no estarle pensando: vivirlo. Sentirse bien.
Lo físico y lo no físico
Dicen, diiiiiicen que me veo diez años menor de la edad que tengo. Pero, ¿qué edad tenemos realmente? Yo digo que me veo de mi edad (el próximo 30 tendré cuarenta y seis), pero que no estoy tan dado al ejote como algunos contemporáneos (tengo aún cabellos hirsutos y rizados, aún ninguna cana visible, no hay hasta ahora señal de calvicie, no estoy arrugado y no estoy obeso).
A veces mi interior se siente de 200 años y de repente da un vuelco y se pone de 5 años. Pero no de niño físico, sino de curiosidad de niño, del juego del niño que ve la vida como juego, sin futuro, sin prejuicios.
Y a veces me veo como un futuro Leonard Cohen (el sombrero, ojalá la delgadez, el traje completo, esas arrugas ahí donde deben estar, bellas, la mirada de más allá aquí, una sonrisa), a veces me veo como un futuro Keith Richards (la extravagancia, el delineador en el ojo, la sonrisa de un niño, la mirada del niño, la sabiduría verdadera de la vida, los colguijes, muy rockandroll)
Cosas que me encantan a mis próximos 46
Me encanta la lluvia. Caminar bajo la lluvia contaminada o no. Disfruto de que aún haya árboles por donde ando. Disfruto viajar en Metro y no tener auto. Me encanta ir al cine, comprar el boleto, entrar, buscar tu asiento, esperar, ver los cortos y la película.
No cambio por nada llevar los audífonos puestos a todo volumen (sí, a todo, y qué y qué) escuchando el soundtrack del día.
No cambio por nada llevar los audífonos puestos a todo volumen (sí, a todo, y qué y qué) escuchando el soundtrack del día.
Nunca me dejará de encantar leer. Leer más que escribir. Me encanta leer. Ya me doy el tiempo de irme despacito en las frases, atrás y adelante, no tengo prisas ni echo carreras para terminarme un libro. Estoy releyendo mucho. Y es fascinante descubrir, a la sombra de los años que has vivido, que cosas que no habías notado ahora las ves en las historias que lees. El libro como objeto, sostenerlo, verte leyendo, es maravilloso.
Me gustan mucho los perros. Disfruto mucho de verlos caminar, como brincan sus orejitas cuando van felices paseando, oliendo los meados o la caca de otro pariente, meando los troncos, oliendo el pasto, la tierra, bebiendo del charco, echándo brava a un perrón o saludando a otro colega, echándole los perros a alguna perrita linda. Los perros siempre tienen una sonrisa sabia, hermosa. Y la mirada más linda que he visto es la de los perros, la más honesta, la más honrada.
En el plano del amor que sí es amor de todo a todo: Me encanta Lu. Nunca pensé que llegaría a ella. No en esta vida. Y sí. Y es una conexión que de verdad hace más de veinte años no tenía. Es completa, es agua, es río y lago. No nos detenemos en fijar plazos pero estamos planeando, vislumbramos, amamos y reímos mucho. No se lo he dicho pero me tiene pasmado su capacidad de vivir y de asimilar las cosas feas de la vida. Ella vive por sobre todas las cosas, más allá de lo que pudiese complicarle la vida ella vive. Ella vive más allá de la Vida. Ella le enseña a la vida a vivir. Yo en lucha cuerpo a cuerpo para controlar mi mente, para hallar el equilibrio o un bosquejo y llega ella con su naturalidad: Lü es budista pura sin saberlo, y por ello es aún más budista. Jamás le daré a leer mis libros del Dalai, la estropearía. Lü es un ser feliz, respira para ser feliz aún en las más duras condiciones que ha vivido.
Y yo estoy bebiendo tan pura y felizmente de esas aguas claras suyas. Me fascina verla dormir, como despierta y se activa como una muñequita, no deja de hacer cosas, no deja de imaginar, de ser creativa, es la mujer más hermosa que tenido a mí lado por dentro y fuera. Todavía me pellizco para comprobar si es cierto. Hasta mi loca mente ya juega con la idea de hacerla mi esposa (pero, para seguir los canones sin canon de Gabriel, de manera distinta, evadiendo todo rastro ya caminado de lo que siempre hacen los que se matrimonian, neh, nada de eso.)
Me encanta mi trabajo y lo que hago. Me encanta anunciar cosas. La publicidad es lo de hoy más que nunca. Es el presente. Me gusta el diseño, las formas, los colores y las frases ingeniosas que te hacen sonreír mientras andas por las calles. Ahora he estado desaprendiendo para aprender nuevas cosas y las cosas que hacía hacerlas desde otra perspectiva. Ya me cansé de hacer las cosas igualito. Ya no, me da un poco de temor, pero ese que te da cuando estás ya montado en la montaña rusa y no puedes ni quieres bajarte.
Listo para el punto final
En realidad lo que me interesa ahorita, mi anhelo, mi meta es disfrutar el viaje. Ya.
Solo estoy disfrutando el viaje, gozándolo. Incluso las cosas poco gratas, aceptando, de veras aceptando, a los que no comprendo bien, a los distintos. Es liberador. Simplemente es parte de vivir.
Estoy progresando nuevamente en las cosas, en los objetos y está bien. La verdad me lo merezco. Pero al día, nada de extremos. Esforzándose. Es importante el esfuerzo y amar lo que uno hace.
Si tuviese que irme hoy me sentiría triste por Lu. Porque no quiero causarle ninguna pena. Egoistamente me sentiría triste de mí de perderme otros momentos más con Lu.
Fuera de ello: no guardo sentimientos feos por nadie (aunque no signifique que los quiera ver), creo que mi mayor deuda es conmigo mismo: me apenaría morirme y no ver terminada mi obra literaria (más desconocida, recóndita pero tan sabrosa, tan llena, tan bien escrita, tan en deuda con Paz, con Fuentes, con Rimbaud, con Mishima, con Thomas Mann, con Somerset)...lo que es para mí el regalo que legaría ignorado a mi querido país, a este México tan loco pero tan hermoso. De mis ocupaciones mi escribir es lo único sagrado para mí, desde niño.
Pero uno no manda.
Pero uno no manda.
Mientras tanto, quiero ver todo nuevo otra vez. Lo estoy viendo. Se siente el aire fresco, mi café me sabe a un café nunca antes probado. Arriba, las nubes algodonosas y grises se ven maravillosas, invitan a la reflexión, a buscar estar en paz.
Todo saldrá bien.
Todo, aunque a veces no entendamos qué es lo que sucede, todo es como debe ser.
Al final, todo siempre sale bien.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.