Hay maneras y hay maneras de dejarte: #LaDesaparición

Nunca he tenido duda de su sinceridad. Lo conozco bastante bien, pese a que nunca llegas a conocer a alguien en su completud porque todos estamos día con día en pugna con la eterna pregunta de Quién soy, De dónde vengo, A dónde voy: el adolescente que adolece en nuestro interior. 

Anoche me vio fijamente y me dijo, "Ha sucedido nuevamente y no sé por qué. Y no sé por qué siempre me sucede". Hay cierta incomodidad porque declarar estas cosas, ni modo, rayan en lo cursi, pero es inevitable: así se siente uno y no hay más que enfrentarlo.

Creyó que había encontrado la felicidad (otra vez) y hace pocos días todo se esfumó. Fue como una implosión. Un mensaje de texto: "Ntp. Ahí será otro día". Y no volvió  saber de ella. No hubo una discusión ni gritos ni sombrerazos como antecedente. Pero sí algunas conversaciones en las cuales cada cual revela los oscuros recovecos de su pasado, incluso sin lujo de detalle, pero que despiertan sospechas y temores. Sobre todo temores. Entonces uno de los dos decide echar a correr.

Pero ni siquiera medió un "voy por cigarrillos y vuelvo". Nada. Silencio.

Ese desaparecer es para él lo más horrendo que le pueden hacer para despedirse, ya ni despedirse, sino cortar una relación.

Y así le pasó. No encuentra razón y no quiere saber. Se fijó la idea inamovible de que luego del Fin del mundo lo pasado pasado. 

La verdad no creyó que volvería a enamorarse. Y se enamoró, ¡a su avanzada edad (46)!

Así son las cosas. Él ya no pregunta ni busca, ni pide explicaciones. Mucho menos exige. Así no es el amor, por lo menos para él. 

El amor debe tener esa libertad tanto de atarse apasionadamente como separarse sin explicación alguna. Duele, se siente feo, pero es parte de su libertad.

Me lo dijo a escasa semana de cumplir años. No es bonito.

Casi le saltan las lágrimas anoche. Perjuraba que todo pintaba maravilloso, la química inigualable, todo perfecto pero...

Pero. 

El fin del amor viene acompañado del consabido Pero.

Y nada se debe hacer al respecto. 

Me vio a los ojos, y sonrío, miró hacia otro lado, yo creo que para no ver que se le cristalizaron los ojos, sonrío y dijo, "bueno, parienta, fue hermoso mientras duró. Que te vaya de lo más lindo".

Lo bonito dura poco, cierto es. 
Debe de disfrutarse al máximo, cierto es.
Se siente feo.
Duele, sí.

Pero, ya hemos salido de peores, hemos naufragados en botes y translatlánticos, sabemos nadar. Se nos mete algo el agua, pero sabemos nadar.

Quité el espejo.
Mañana será otro día.

Un cumpleaños más con uno mismo.
Las cosas son como son y aún tenemos un saco lleno de ilusiones.

Venga.