La presentación del Chapo ayer causó un revuelo inevitable. La expectación fue mundial. No era para menos. Un personaje imbestido con un aura casi de leyenda, esa fascinación que tenemos con los malos, esa quasi admiración que muchos mexicanos sienten por él. El poderoso, el que burla la ley, el que tiene empleados a gente clave en las cúpulas más altas del gobierno de México y de otros países. De todos en donde la red de su empresa es imponente. Hay un oscuro orgullo que ocultamos los mexicanos por tener " a un cabrón chingón a nivel mundial". En los taxis (usted pregunte) le responden que "trataba bien a los ciudadanos, que pagaba las cuentas de todos los comensales en un restaurant cuando él tenía que sostener en uno de los privados una junta, que se movía con toda placidez, pero con los 300 guardaspaldas (muchos vestidos de Policía Federal, ¿serían?), que incluso era amable, que eso de la guerra del narco fue un invento de Calderón, que ellos no atacan al pueblo sino a sus adversarios". No lo vemos mal. Nadie condena tanto al Chapo como al gobierno de Felipe Calderón, quien además se lo ganó a pulso. Esa misma admiración e incluso respeto era el que emana aún de un Caro Quintero y de tantos otros. Sin embargo, esta acción sí le da puntos al PRI.
Además de ello, se asoma otra oscuridad, otra nube pesada y sombría, contradictoria: nuestra dependencia a los tejes y manejes del PRI, que otra vez muestra una maestría que rayaría en el arte de la manipulación y que al mismo Maquiavelo haría parar oreja, abrir ojo y tomar nuevas notas.
Lo sucedido ayer con la presentación del Chapo le otorga al PRI un reforzamiento en su estatus como un partido con una astucia que aventaja años luz al PRD y sobre todo al PAN.
Felipe Calderón, quién muestra cada vez que envía un tuit la avidez, la sed desesperada de que le hagan caso, se atrevió a felicitar al gobierno del presidente Peña Nieto, cuando fue él el principal obstáculo (incluso la periodista Anabel Hernández señala como protector) del mismísimo Chapo y su empresa transnacional.
Aquí se evidencia una abismal distancia entre el cómo hace política el PRI y cómo nunca pudo hacerla el PAN y como no podría hacerla el PRD aunque lo intentara.
El PRI evidencia otra vez, en los hechos, una maestría que no ha merecido el serio estudio que debiera hacerse de su mecanismo tan integrado, de su capacidad mimética sin igual: el PRI es verdaderamente un partido POLÍTICO: negociador, dador de aviones, que te da por tu lado, que te promete, que es en la superficie sutil e incluso hiper amable, pero que en el fondo de sus aguas es el más terrible, temido y casi genial tiburón implacable.
Todos los que tildan a Peña Nieto de torpe y de ser el responsable de opresiones y represiones, de maquinar macabros planes para vender al país, ahora tendrán que volverse a tragar sus palabras, pues si lo siguen considerando como el principal orquestador, esto que acaba de suceder ayer lo erige como todo un líder de no poca inteligencia, pues se necesita ser muy hábil, muy político, muy tenebroso, para lograr lo que está logrando en beneficio concreto de sus socios directos (empresas extranjeras, empresas poderosas de México) y en el rubro de la Apariencia que cambia percepciones y que al final es la que siempre decide cuando pides el voto.
Estas lecciones no las quiere aprender el PAN. Acartonados, necios, se ven más atrasados y antiguos que el mismo PRI.
Yo no hago una apología, pero me parece que los dinosaurios son otros. El PRI nos echa a la cara, una vez más, su increíble capacidad para transformarse (en imagen) para decirle que sí a todo mundo.
El PRI es muy creíblemente (continúa siéndolo) de izquierda. Y también, cuando lo requiere, es de derecha. Y también cuando es pertinente es de Centro. Y es todos estos bandos al mismo tiempo, ¡y les funciona! ¡Y no se ven incoherentes!
Si el PRI refrenda su hegemonía (nosotros aquí hemos sostenido que el Presidente Peña no es el principal orquestador sino la pieza que da la cara (la imagen), además de sus oscuros talentos (porque no se sabe bien a bien cómo es que este sistema de lealtades y su engranaje funciona realmente, es casi como si lo tuviesen en sus genes mexicanos, pues mucho del comportamiento de quienes integran al PRI delata las conductas que asumimos los mexicanos en cada una de nuestras actividades frente a quién es el jefe, frente al extranjero, etc), refrenda su hegemonía gracias a que la supuesta competencia, los supuestos adversarios (porque ya vimos que no lo son) no han querido sentarse a analizar, casi como carrera profesional, la maquinaria de poder tan fabulosa que es el PRI.
Mientras en Venezuela, un verdadero idiota, un real loco de remate, ridículo, lleva con un rosario infinito de estupideces las riendas de su país, mientras que en Ucrania activan mecanismos revolucionarios cadúcos, mientras que en países de Africa la tecnología provoca manifestaciones que terminan en cientos de heridos y no pocos muertos, el PRI se monta en su macho de ser el que siempre ha sido, el camaleón que te seduce, que se presenta ante ti como tú quieres verlo, y le crees, y lo compras....y que curiosamente, dentro de todo, sí "hace cosas".
No han pasado ni dos años del gobierno de Enrique Peña Nieto y los nefastos, torpes, soberbios años del panismo han sido borrados de la faz de la Tierra, como si jamás hubieran existido. El PAN ha sido el peor momento que ha vivido el México moderno. En contra de nosotros mismos, a pesar de nosotros, hasta ahora, solo un partido le queda bien a México: tenemos el gobierno que merecemos.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.