No puedo ocultar mi indignación ante la censura a mi libro (en realidad están censurando los tres libros que iban a publicarse), no puedo ocultar que la "muy cortés" invitación de la editorial Trafford a que "revise" mi novela Velouria, me causado una honda pena y desconcierto.
El que de pronto te enfrentes a un monolito de mil cabezas (todas iguales, hasta con el mismo tono de voz, que ya no sientes cortés sino como aquel que ejercitan los médicos hacia los pacientes "que necesitan tranquilizarse") que ya ni siquiera insinúa que estás escribiendo algo "ofensivo a las buenas costumbres" por contener palabras "altisonantes" y personajes que "no tienen la mayoría de edad" hablando de sexo, sin haber (ni poder, pues ellos hablan inglés y el libro está en español) leído el libro ni comprender el contexto, sí llega a causar miedo. No por mí, sino por el mundo.
Mi primera respuesta fue explicarles que el tema sexual en la novela no es el central pero sí forma parte de los personajes, pues, en efecto, son dos hermanas gemelas de quince años en el año 2050, jóvenes que contrastan sus visiones del mundo hasta el punto de estar enfrentadas.
¿Debemos asumir que los adolescentes no piensan en sexo, y que ni siquiera lo practican?
¿Debemos cambiar la edad (legal) de las jóvenes para que "te aprueben"?
¿Debemos también quitar toda grosería y toda alusión a las partes del cuerpo como los senos o tetas, las nalgas, el pene o la verga, la vagina?
¿Por qué continúan viendo a los adolescentes como idiotas y faltos de criterio?
¿No ahora son más jóvenes los que descubren nuevas maneras en lo tecnológico, en las artes, en la ciencia?
Esas prohibiciones si dan náuseas porque, más bien, hablan de toda la represión y quién sabe cuántas ideas cerdas abrigan "los señores de la moral" (de seguro algo tienen que ver con alguna poderosa religión.) Ah, pero no. Finjamos. En casa no pasa. No es verdad. Los niños que tienen niños es una fantasía, como el abuso de drogas ilegales y que puedan cargar una 45. No, cómo crees.
¿No han escuchado las letras venidas del hip hop donde todo mundo baila mientras se canta sobre chavitas de 16 que van a hacer esto o el otro?
¿Qué tal las cumbias y salsas en plenas fiestas de 15años, "no te metas con mi cucu", "qué culote tienes", "perréame"...ah, eso no existe, no es cierto.
Sí, perdón, estoy mal: el promedio de hombres y mujeres que tienen hijos ha de ser de 30 años. ¿Sí?
Los padres de familia están años luz detrás de sus hijos y han confundido "la inocencia" con la estupidez. Los jóvenes ya no son los inocentes que fuimos nosotros. Por lo pronto, la edad ha descendido. Y no lo digo nada más yo y porque se me ocurre. Pero, bueno, sigamos ciegos.
Operan de la siguiente manera: sus "administradores de las buenas maneras" proceden a "buscar" palabras "obscenas" en tu texto. Una vez que aparecen entran al texto y por contenerlas son destinadas a la censura.
Es una sensación indescriptiblemente horrenda: en una milésima de segundo te hacen dudar. Y piensas, ¿soy un degenerado? ¿Me pasé años investigando sobre clonación humana, las revoluciones en el mundo, la música, la religión, la sexualidad de la juventud, el abuso de menores para que ahora a mí se me condene, casi casi, de ser un inmoral?
La novela es una ficción que se lleva a cabo en el futuro con personajes casi del Manga...¿no conocen estos juzgadores de la moral los comics japoneses que leen con avidez los adolescentes de todo el mundo, no han visto los cuerpos de las muñecas?
El libro no contiene ninguna descripción detallada (que rayaría en la baja literatura) de los encuentros sexuales, se usan elipsis. Hasta me parece ocioso explicarlo.
Y aún así, Velouria no trata de eso. Y se me hace, ahora sí, asqueroso, meterme a tratar de seguir defendiendo ese punto. La sexualidad descrita en la novela es la lógica y natural que jóvenes adolescentes manifiestan. Además, es esta sexualidad y explosión hormonal la que también empuja sus cambios de humor, su desilusión del mundo real, su enojo con la figura de autoridad, y detona el deseo, aunque sea ideal, de cambiar al mundo.
Que bueno que no han visto que la novela también habla sobre el surgimiento del Terrorismo en el mundo, de Al Qaeda, del poderío militar de los Estados Unidos y cómo está repartido en el mundo, de cómo aprovecharon muy bien la conclusión de la Segunda Guerra Mundial para erigirse en potencia.
Velouria habla del deseo que todos los seres humanos lllegamos a abrigar por la Libertad: la libertad de ser, de pensamiento, de expresión, sexual, política...la búsqueda de una armonía casi imposible pero anhelada entre todos los seres.
Visto desde su óptica, mi novela es en verdad una afrenta. No me enorgullece ni me da gusto.
Me pegó sobremanera los consejos bien intencionados de algunas personas. Una de ellas se atrevió a sugerir, "Pareces nuevo, esta es una oportunidad, arréglala y luego escríbeles explicándoles". ¿De veras?
Para mí es como si te dijeran, "Sí aceptamos a tus hijos pero sácales los ojos." ¿Lo pensarías? ¿De verdad siquiera lo considerarías? Yo no.
Y no por una soberbia barata o cara, sino porque lo que te están diciendo, editores y el público (no todo)es: Cede, Cambia para que seas aceptado, Intégrate, no seas tú, sé como ellos quieren, como nosotros queremos que seas.
Verdaderamente ofendidos algunas de las personas que laboran ahí, "transfirieron mi caso" al ejecutivo con quien hablé al prinicipio (todos ya son ejecutivos): "Mira, Gabriel, no queremos que cambies la novela, solo que le tengan edad legal (¡cómo si fueran de carne y hueso los personajes!!), para qué perder tiempo". Concluye, amablemente también, como robots.
Todas y cada una de las personas con las que he hablado de esa editorial tienen la misma voz, imposible distinguirlas. Monótonas, fingidamente corteses, mecánicas en su proceder.
Me censuran la novela y por otro lado recibo una avalancha de mensajes y llamadas telefónicas para invitarme que si a la feria de Barcelona o algo así, o a la del libro en Guadalajara (claro, pagando alrededor del equivalente a 20mil pesos y que consiste básicamente en que estará ahí su stand y tu libro dentro de un universo de títulos inimaginable).
Hasta ahora estoy más inclinado a preferir que se vaya ahí la inversión que hice, que no me sobra para haberla hecho, y no seguirles el juego. ¿Por qué ahora tendría que escribirles algo y luego pasar por la estupidez de sus juicios mecánicos?
Es natural que la gente lo tome con ligereza, "ay, pues ya ni modo" me dijeron también. Aunque comprendo su buena intensión, nada más enterraban más la daga.
Para mí es como si cada vez que saco al mundo, particularmente esta novela, la primera que escribí ya hace diez años o más, y que, curiosamente la misma editorial que ahora me juzga publicó, y que sigue a la venta...quién sabe ahora por cuánto tiempo, mis hijas sufriesen mutilaciones, vejaciones, que primero las gozan y luego las golpean para después acusarlas de putas, brujas y quemarlas vivas.
Me parece que mis libros no pertenecen a esta época.
Y el escritor se queda solo otra vez, como cuando está escribiendo y como lo está y ha estado antes de saber siquiera que tendría que escribir, no para ganarse la vida, sino para poder sobrellevarla.
Gabriel Garibay.