Polvo somos, polvo ingerimos, polvo seremos

Pareciera una ironía que en estos tiempos no solo seamos polvo al polvo que volveremos a ser, sino que también ingerimos polvo. 
Polvo contaminación, polvo de tierra, de los combustibles en las calles y fábricas. Y otros, polvo para volar, dejar de ser uno dentro de uno, andar fuera de sí con uno mismo a cuestas. Todos tenemos a diario contacto directo con nuestro polvo futuro.

Un símbolo que bien mirado nos da mucho que pensar: polvo eres, ceniza eres. O volveremos a ser. Como si de polvo hubiésemos sido hechos. Polvo que de juntarse tierra o barro se vuelve y nos formase.

Que no somos nada, como se dice. Que todo lo que emprendemos en vida hermano, en vida, es una futilidad. 

Sin embargo, esta idea podría bien conllevarse con su opuesto: la vida no debe ser fútil. Sabiendo ya que seremos polvo la posibilidad de ser algo más que ello en el lapso de espera podría servir de algo, porque para algo estamos aquí, no para ser y hacer nada.

Nosotros hemos separado conceptos para intentar darle un orden a nuestro mundo. La palabra es el primer acto de imaginación que creó Dios. Al designar se crea. Pero el universo no entiende palabras y es todo y nada al mismo tiempo.

Es fútil la vida pero al mismo tiempo es lo más importante que tenemos. Vivir podría ser ese bamboleo entre ser o no ser, entre hacer y no hacer nada. Nuestro mismo respirar se comporta de esa manera: ora se mueve ora queda quieto.

Pero una vida, nada más así, jamás será en vano. Hoy, cuando la tecnología nos avasalla con curiosidades entretenidas y adelantos sorprendentes, aún no podemos detener enfermedades tan crueles como el cáncer. Algún día, algún día. Y aquellos que transcurren con la lucha en el alma de esa horrenda enfermedad nos asombran, porque ahí se experimenta el heroísmo último, la humildad más viva, y el ejemplo de lo que hay que valorar y que no pocas veces hacemos a un lado.

Andar cada día es un acto de valor, no nos percatamos, pero cotidianamente la sombra nos acompaña, nos aguarda hasta que llegue el día en que nos dirá, bueno, hasta aquí.

El universo y los polvos cósmicos regados allá arriba, polvo estelar antes de que el universo fuese universo, en una nada incomprensible (inasible) también es un respirar.

Hacer el amor es llevar a cabo, cuerpo a cuerpo, el ejercicio de respiración del universo: entrar, salir, entrar, salir; latidos, silencio y grito, ascensión y caída. 

Si polvo ya somos no sucede nada si nada hacemos. Si polvo ya somos podríamos llegar a ese estado ineludible de otra manera, en acción. 

Polvo eres y en polvo te convertirás, pareciera contrasentido, pero no es así: la vida es contradicción, lo he sostenido siempre. 

No tiene nada de malo ser contradictorio, lo malo es no reconocer cuándo lo somos.

Como dice Catulo:

"Amo y odio
por qué/ no lo se.
Pero lo siento
y me acongojo".

Octavio Paz agregaría, "En efecto, el amor es una pasión misteriosa hecha de opuestos."


El amor también es polvo. 

Al hermano de Valentín.

Q.D.E.P.