Sin mucho esfuerzo podemos detectar de dónde vienen las voces que de pronto, o en alguna etapa de nuestra vida, salen de nuestros labios y "nos hablan", nos dicen de dónde venimos.
Los jóvenes que entran a la UNAM y estudian algo relacionado con filosofía no tardan en hablar con tono subido y retador, hablan de gobiernos opresores, del capitalismo caníval, de represión. Visten ropas indígenas, se desviven por defenderlos (sin preguntarse si aquellos han requerido de su ayuda), viven en constante desgarramiento interno, todo es fatal, Marx está bien, Viva Castro, Viva Cuba, Viva Chávez, así sin más, sin mediar crítica. Dicen ser críticos pero lo son únicamente de los Estados Unidos de Norteamérica y su monstruoso poder.
Es verdad que todos pasamos por esas etapas. Pero se pasa de largo que los responsables de ello son los profesores (la mayoría, no todos) que aún habitan esas instalaciones y se han quedado anquilosados en teorías que han probado ser fallidas cuando no inútiles. La responsabilidad de esos profesores dinosaurios que siguen clamando y llorando por las aulas la muerte del socialismo, no transmiten solamente su conocimiento sino su frustración. Y los jóvenes nos bebemos todo, contradictoriamente, sin crítica.
No decimos que no sea importante conocer El Capital, decimos que el tinte socialista (sea lo que quiera decir eso) ya es equivalente a cadúco. Naturalmente esto que decimos será sacrilegio para muchos, nos condenarán, nos atacarán.
En mi fuero más interno me siento de izquierda (sea lo que eso signifique) pero es evidente, más que evidente, que el socialismo que "se imparte" en esas academias e instituciones no ha pasado de los sesentas. Hay mucho más luego de los sesentas.
Claro ejemplo es su partido más representativo, el PRD. Atacan al PRI de dinosaurio y ¿ellos no lo son también? Sí, un poquito más jóvenes pero igual de necios. Necios a conveniencia pues hacen negocio vendiendo "la idea del socialismo y la victoria del Pueblo". ¿Qué es Pueblo hoy en día? ¿No que están en contra del lucro?
Pero a todos nos gana la imagen, la apariencia. No podemos resistirnos a sentir atractivo al Che en la clásica imagen, ser rebelde era un reto, una afrenta, ahora es trendy, es hipster, es estar en onda "siendo diferente" (cuando ya no) y siendo "crítico" (osea, amargado).
Por otra parte, hay que reconocer (y siempre lo hemos afirmado aquí) que la juventud es la etapa en la que te das cuenta de que el mundo soñado no existe. Es cierto que todo está mal, es cierto que hay que cambiar muchas cosas, incluso a veces parecería mejor destruir todo y volver a empezar.
Mas está su contario: tampoco las cosas están tan mal. Depende de qué lado de la mesa te encuentres.
A mí me desilusiona un poco (porque lo comprendo y yo vengo de ahí) que jóvenes que ve uno con sentido crítico, con inteligencia y conciencia, de pronto, parecen haber entrado en una máquina lobotómica y salen hablando palabras ininteligibles, citando autores que ya no tienen ninguna influencia real, evocando revoluciones pasadas que trocaron en instituciones de piedra (y que no critican), su lenguaje es confuso, pretende ser cultivado pero denota mucha inocencia: estás leyendo a fulano o a sutano y aparte estás hablando como tu Tiranosaurio Profesor que quiere transmitirte su amargura.
También a mí me sigue fascinando la idea de la Revolución, de la Rebeldía, y he escrito mucho sobre ello. Pero debo decir que ahora tan solo desde el punto de vista literario.
Cierto es que también con la edad se sueltan las banderas contestatarias: sobre todo sí ya obtuviste un empleo que te da para vivir y permitirte algún lujo.
Este tiempo no es de revolucionarios. Los que hay son productos. Tienen la misión de aparentar: apariencias, ilusiones, imagen.
Percepción: somos hijos de la percepción, pero no queremos reconocer a nuestra madre.
Los Políticos en verdad creen que se expresan con elegancia y elocuencia. Son los primeros en destrozar al lenguaje. Su verborrea es ofensiva, aburrida y denota estupidez. Son buenos para las tranzas, buenos para aventarse peroratas que más que inteligentes son adormiladoras, no dicen palabras las cagan. Palabras mierda.
Los medios de información, dependiendo de su ala, también se tornan el lenguaje de los patrones, incitan, inducen; es verdad.
Tampoco creo que la tele sea el monstruo que dicta lo que tenemos qué hacer, pues muy libres somos de apagarla. Pero no tenemos de donde asirnos y tenemos que culpar a alguien o a algo.
Monsiváis estaba errado: la televisión no es la caja tonta. Todo lo contrario, es bastante astuta y seductora.
¿Quiénes entonces "hablan bien", "hablan como ellos mismos"?
Referencias indiscutibles, los grandes, los verdaderos grandes, los verdaderos cultos, no necesitan aventarse verborreas, no necesitan lanzar treinta palabras latinas o ininteligibles o domingueras por segundo. Los grandes pareceriera que hablan "normal" y encima tienen su estilo propio...esto es maravilloso.
Octavio Paz, hablaba como él. Carlos Fuentes, hablaba como él. Borges, quién no recuerda como hablaba Borges. Alice Munro, habla como ella. Monsivais, hablaba fatal, sin claridad, enredado, como eruptando, escribía también muy mal. Pero era él, era su voz, y nadie le quita, por supuesto, que fue una enciclopedia andando. Y así hay miles de ejemplos. Son ellos mismos, no bloques.
Los estudiantes, por su proceso de aprendizaje y juventud, es lógico que hablen "en bloque", todos hablan igual.
Los políticos, estos no tienen perdón, hablan en bloque y fatal, sin respeto al lenguaje. Igual que como hacen con la gente, con todo lo que tocan, para ellos es solo un instrumento utilitario para sus eternas tranzas y vericuetos.
Los abogados y doctores te avientan sus términos fuera de horas de trabajo porque eso les confiere autoridad, se alzan encima de ti: yo se y tú no sabes.
Los contadores públicos o ingenieros, estando activos hablan, naturalmente, con los términos que necesitan para realizar su labor. Pero fuera de la oficina, con un tequila o varios, hablan "como gente común". Ya cada uno para sí tendrá "su propia voz". Pero no hablan todo el tiempo en "ingeniero" o en "contador".
La respuesta está en uno mismo: ¿hablo rebuscadito para apantallar o porque estoy muy embelezado con la lectura que tengo en mis manos? ¿hablo rebuscadito para ocultar mi inseguridad? ¿Cómo hablaría mi yo interno, el más cercano a mí?
Es natural que lo que leemos, lo que vemos, nos toca. Pero, en la medida que vamos digiriendo de verdad lo adoptado, y vamos apartando nuestras herramientas lingüisticas del querer "demostrar que soy muy culto", saldrá nuestra verdadera voz.
Y las verdaderas voces sacan, no lo que aprendimos anoche, sino lo que somos como seres humanos, y escuchando atentamente, hasta se nos sale el alma en las palabras.
Si los ojos son su espejo, las palabras son su aliento.
Por cierto, sabios árboles, qué bonito hablan.
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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.