Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Tuesday, February 24, 2015

La educación buena y mala de las escuelas Starbucks



 Asistimos al siglo de la individualidad entre comillas, del individualismo entre paréntesis, un paréntesis que nos engloba, nos encarcela, nos resguarda. 
Con el advenimiento y fulgor de los nuevos medios de información conocidos como las redes sociales, aparentemente demostramos con más ahínco nuestro ser únicos casi como reto, como afrenta. Porque sucede que nos sentimos más dentro del círculo cuando aparentamos preferir estar fuera. Como la contracultura, que quiere estar fuera de la cultura sin poder jamás salir de ella, así nos manifestamos. Nos pensamos como los únicos rebeldes, los únicos que entendemos, los únicos despiertos.

Pero existe un ejemplo patente de cómo "lo externo" nos puede conformar, de cómo estímulos atractivos, conceptos de comunicación bien resueltos -pues nos proyectan la imagen de lo que deseamos ser- no solo nos venden una imagen o apariencia, un lifestyle sino una educación. O quizá, mala educación.

Para aterrizarlo directo:

Starbucks te ofrece un trato más que amable, amigable. Los vendedores anotan tu nombre en un vaso desechable, te preguntan a qué te dedicas y si eres parroquiano, te expresan lo mucho que te echaron de menos, ¿por qué no habías venido? Si te dicen tu nombre y te extrañan, te sientes bien. No hay nadie que escape de ese regalo al ego. Y no esta mal.
Ni siquiera es mi punto decir que sea malo o bueno lo que se plantea en esta entrada, simplemente se observa lo que es. Mientras un decadente (y no en términos estéticos) Macdonalds puso en boga el, "buenos días, Amigo", Starbucks te llama por tu nombre, creo que ni tu madre. Y es una grata sensación.

¿Cómo quieres tu café? o comencemos a maleducar a la gente

MI punto es el siguiente: en verdad las personas necesitamos límites.
Al principio nadie entendía que rayos era un Venti, porque el grande parece mediano y por qué el chico se llama Alto. No importa, en pos de sentirte en un estatus superior, aprendes. 

Ahora no solo la gente sabe y "canta" con autoridad que podría emular a un gran conoisseur de vinos, cómo desea sea preparada su bebida: venti, latte con soya, extra foam, shot extra de expresso, etc, etc.

Darte tantas opciones podría echarte a perder.

Quizá no a ti, pero sí al entorno. Ahora te puedes quejar sin más que la bebida no es de tu gusto, no la aprueba tu exigente y azucarado paladar. Pero no obstante eso, ahora la gente, que antes acataba al pie de la letra lo que se le daba y cómo se le diera, exige no pide, que bajes el volumen de la música de fondo o que la quites. Para que otro arribe más tarde y se queje del mutismo y pida la música. El público consumidor ya se puede quejar airadamente de que no se acumularon sus puntos, de que el internet no funciona con la rapidez requerida. Cría cuervos.

Siempre alguien traspasará los límites si eres extra hospitalario

 Un nuevo mal se cierne o se gesta en los Starbucks: los que van a aplastarse cómodamente por más de ocho horas diarias sin pedir ni un café simple.
Aquí es donde cada cual debería ajustarse a aquello que se supone fue su educación de casa, a la honradez que debieramos cultivar nuevamente a la menor oportunidad y que ahora, erróneamente, le llamamos honestidad: tienes internet gratis, no compras nada, nadie te exige nada, ¿es honesto? Correctamente expresado: ¿eres honrado?

Existen cafeterías en los Estados Unidos que al notar este virus han cambiado los papeles: ahora te cobran por hora y puedes tomar algunas tazas de café americano "gratis".

Algo tendrá que hacer la famosa cadena. Y lo han comenzado a implementar: de cuando en cuando, cortesmente, un emplado de la cadena se acerca para preguntar al referido abusivo si "se le ofrece algo más". Una manera muy educada de decir: no has consumido nada y vienes a ocupar un asiento muy cómodo para usar el internet.

Más allá de eso, a lo que vamos con esta entrada es a la relativa facilidad con que se pueden trastocar los usos y costumbres de una sociedad mediante la filosofías de servicio que desarrolan las marcas comerciales: todos queremos un estilo de vida en el que te sirvan, en el que tú te sientas superior. No falla. Más aún en una sociedad en la que esta de moda ser "trendy", "chic", falsamente de "clase alta", aunque no tengas un céntimo en el banco y eterna deuda con tus bancos. Aún poseyendo mucho dinero, la clase no proviene de ahí, como comúnmente se cree.


Es más sencillo educar para la flojera


 Cuando se vive en un mundo en el que se privilegia lo fácil, lo más rápido, lo más cómodo. Donde la noción de disciplina, de honradez y rectitud han pasado a la historia y son motivo de mofa, ¿cómo restituir el orden si es que esto puede ser llamado un desorden de valores?

¿Es malo tener cosas más cómodamente? Quizá no. Sin embargo, habría que reflexionar si un poco de esfuerzo, un poco de dificultad para lograr las metas (de preferencia "legítima dificultad", si es que pudiese existir) no abona al carácter sólido de un ser humano.

Hoy en día los jóvenes se sienten más agobiados que nunca teniendo a su alrededor un sinfin de comodidades. Me refiero a jóvenes que viven en casa y que tienen cubiertas las necesidades básicas. Pues aquellos que viven o sufren carencias, para un lado u otro, forjan sin fallo un carácter más contundente y de mayor fortaleza.


La escuela Starbucks de la comodidad

Naturalmente no culpamos a la cadena por ofrecer un argumento de venta deseado y bien desarrollado. Es el consumidor el borrego al que se le duerme y doma con frases hechas y convenencieras como "el cliente siempre tiene la razón". En los medios informativos bien que te van guiando para que sientas indignación si ellos lo sienten (aparentemente) dependiendo de la noticia y cómo la presentan. No tienen empacho en decir: "Al final usted es quien tiene la razón". ¿Por qué en todo caso tendría que tener la razón una masa dispar y con bagajes tan distintos y desnivelados? Háblame bonito y estaré contigo. O como canta la canción, "miénteme más que pago a mi maldad de ayer".

Para que la sociedad pudiese "componerse" (quizá esta bien y el abismo al cual nos dirigimos dichosamente pudiese ser la solución final y necesaria: caos o inmortalidad) tendría que presionarse un inexistente e improbable "restart"; hacer una tregua total: Esta bien, comencemos de nuevo: yo te respeto a ti, tú me respetas a mí. Cero señalar, cero recriminar, es borrón y cuenta nueva...

Cómo corregir las cosas 

Es una cantaleta que de tanto que nos la venden los políticos en sus listas de buenos deseos ya nos harta pero si se cumpliese de verdad ayudaría mucho: la educación.

La educación que comienza en la casa, donde los padres, ellos sí, podrían bien tener un botón de restart en sus vidas: el nacimiento de un hijo. Por ellos, se supondría un volver a comenzar o redefinir comportamientos, conductas, costumbres, alinearse, como dicen: mejorar.

Es difícil, es complicado, da flojera, no hay tiempo...sí así es..y sin embargo es humano y es posible.

Que no se quiera hacer es otra cosa.

Mientras tanto, viva la escuela de maleducados Starbucks. En el pecado llevamos la penitencia.


p.d. Y curioso: en otros restaurantes quizá no hagas eso porque de inmediato te requerirían que compraras algo. Y seguro te sentirías ofendido. Oh, humanidad, somos contrariedad.



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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.