Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Thursday, August 24, 2017

Qué hay detrás de una selfie...0 quién

En un principio fue la foto en Face para que poder reconocer ese rostro coincidente con un nombre.
Luego se volvió un anuncio de una emoción. La sociedad facebook comenzó a obligar tácitamente a que fuese un rostro sonriente para reflejar jaja, estoy bien. Y no sólo estoy bien, soy pleno.
De ahí pasamos al no únicamente soy pleno sino que nada me falta. Miren mi prosperidad, mírenme, vean en ´dónde estoy y con qué personas. Vean, pasen y vean.
A partir de aqui profundizamos al necesito que me reconozcan, necesito tu like, necesito que me vean: necesito RECONOCERME.
Jamás en la historia habíamos vivido una cultura de la auto-contemplación como hasta ahora. Nunca nos habíamos visto tanto a nosotros mismos físicamente.
Quizá el primero fue José Luis Cuevas, quien desde joven se impuso tomarse una polaroid diariamente para revisar su deterioro paulatino e inevitable.
Nos tomamos fotos de nosotros mismos en un inicio superficial porque queremos vernos bellos, queremos reflejar una personalidad. No tiene que ser la verdadera. La gran mayoría de las autofotografías o selfies refleja lo que se es mas lo que se quiere ser. Hay una pose, se coloca la cámara de tal modo que resalte un atributo: el brillo de los ojos, la fuerza de la mandíbula, los labios carnosos.
O aún más, las mujeres que inclinan la cámara para que se adivine el escote, ofreciendo los senos a la vista.
Pasamos de una simple foto de identificación a la una declaración visual, a tornarse un anuncio y de ahí a la conclusión tan evadida: necesito ser visto, necesito ser reconocido.
Y quien se toma una foto sincera, o sea, sin efectos especiales, sin posiciones predeterminadas, se sale de contexto porque se juzga la estética de la foto. Hasta desentona una foto familiar de esas antigüas en contraste con una selfie donde la mujer frunce los labios para ocultar los cachetes y aparentar estar más delgada de lo que se está.
Quien se atreve a subir una autoimagen donde se muestra su desamparo, en una oscuridad desoladora, es alguien que no sólo quiere ser visto, no sólo pide reconocimiento, sino que está gritando por ayuda. ¡Sálvenme, estoy harto de esta comedia!
Por supuesto que depende de la persona y será asunto suyo si está siendo sincera o no.
El mundo subsiste en el desamparo y en una soledad como nunca se había visto.
Ese rostro que ves no va a coincidir con el que veas en vivo cuando se reúnan a tomar el café. La lente sola al volverse imagen cambió la realidad. Mejor dicho: no es la realidad.
Ni siquiera nosotros mismos podemos vernos realmente si nos contemplamos frente a un espejo. Es un reflejo, no nosotros. Es un reflejo.
Uno subsiste subeditado a la mujer, una bajo el yugo de su hombre, aguantándolo porque cree que eso es amar y que ese es su deber e incluso su sacrificio, cree incluso que será premiada esa barbaridad, su victimización.
Tergiversados los coneptos de humildad, entrega, amor, sacrificio, esfuerzo. Nada qué ver en la manera que los entiene el mundo.
Por ello persiste la frustración, si se supone que estoy haciendo lo que debo hacer, ¿por qué me siento tan frustrado? Se nos salen los ya qués, los ya ni modo, los así me tocó, como si nada ni nadie tuviese control sobre la vida. Y contradictorio es que cada persona está convencida de que ella debe controlarlo todo, debe resolverlo todo, debe tener las respuestas de todo, aún cree que tiene un destino e incluso se llega al desvarío de creer que cada uno es arquitecto de su propio destino.
En cada nuevo rostro que subimos de nosotros mismo se formula de distinta manera la misma pregunta, ¿quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué propósito tiene todo estoy que estoy haciendo? ¿Todo para qué?
El mundo llegará a la conclusión de que jamás estuvo todo en sus fuerzas, de que no controló nada. De que el mundo no se trataba de una carrera de premios comparándose y compitiendo con los supuestos amigos y vecinos o compañeros de oficina sobre quién tiene el nuevo auto, la casa más grande o cuántas veces le han dado vuelta al mundo.
La prisión más terrible es aquella que no se encuentra en la cárcel sino en la vida afuera. El que se siente preso teniendo supuestamente el trabajo perfecto, la familia perfecta, los amigos perfectos. Esta es la prisión más terrible, constantemente presionado por los pagos, porque por más que se gane jamás alcanza, porque hay que superarse, el mito del hay que superarse, de lograr más, sin que nadie realmente sepa qué significa eso porque en las charlas de café sale a relucir que lo material no importa, que lo que importa es lo interior. Pero son esas mismas personas que están poseídas por la necesidad imperiosa de demostrarle al mundo lo bien que están, lo prosperos que son, lo perfecta que es su familia. En esas fotos sonrientes no puede haber problemas de infidelidad, ni de alcoholismo, ni de drogas como el tabajo, no. Ahí en el seno de esa familia, la foto nos dice que son los más unidos, viven en un mundo paralelo en donde reina la frustración, la infelicidad, las pugnas entre hijos y padres, madres e hijas, maridos con la otra, esposas con el otro, fantasías, los que con la esposa durmiendo se levantan al baño a ver pornografía, esconder el celular, el objeto más preciado y privado del ser humano hoy en día.
¡Todo por una foto! ¡Qué exagerado este escritorillo! Ve muros con tranquetes, se pasa de tueste...¡es una foto y ya! Se trata de divertirse..y ya...de pasar un buen momento...y ya.
Claro. Por supuesto. Sí, ajá.



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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.