Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Friday, May 20, 2011

Darnos el dardo del dedo

Cuando nos vemos imposibilitados de ejercer más presión para lograr que una demanda sea escuchada, la reacción es una explosión y si no apatía.

Te manifiestas, pides, luego exiges, te ignoran. ¿Qué hacer después? Haces lo que sigue y te culpan de provocador, de violento. ¿Qué se hace entonces cuando allá arriba no quieren escuchar? Lo más es que te digan sí, pero no te dicen cuándo. 

No sabemos bien a bien si esto buscan los grises, los hombres que uniformados con sus trajes ostentan poder y con este influyen directamente en la vida de la gente.



Decimos que "manipulan los medios", pero quién sabe si ya los medios se manipulan solitos: la fórmula ha sido la misma desde hace muchos años. Y la gente. el consumidor,  que tiene el poder de apagar la televisión, no lo hace. Le gusta, le satisface. Calma sus ansias, exalta sus impotencias y después las tranquiliza. La televisión es la gran inhibidora.

Eventos como el fútbol, etiquetado como deporte pero un deporte que no practica la apabullante masa que se pega al monitor para gritar los goles, provocan lo que lamentablemente llaman "pasión". Una palabra tan hermosa ya encuerada de su verdadero significado.

Le llamamos pasión y nos decimos apasionados. Esta pasión, sin embargo, tan solo se manifiesta frente a la televisión o en un estadio, gritando goles o arrojando ofensas al árbitro. Ya desahogados, proseguimos con nuestras monótonas existencias.

No digo que como deporte no sea atractivo, no niego que es un entretenimiento indiscutible en todo el globo. Lo que no comprendo es "la pasión". ¿Qué quieren decir realmente todos los fanáticos de ese negocio cuando dicen que es "la pasión". A veces he pensado que si la televisión no transmitiera los juegos esa "pasión" disminuiría considerablemente. Sucedió en el pasado Mundial cuando la televisión de paga acaparó la mayoría de los partidos. Las personas no "sintieron tanto" la pasión que generaba, supuestamente, ese campeonato. Pero, se reservaban para ver los partidos del equipo que representa a nuestro país. 



Parece que con esa "representación" esta depositado el valor de quienes lucharon por la independencia, de quienes enfrentaron al gobierno durante la revolución (nosotros ya no somos ellos, nosotros tampoco somos el pueblo azteca sino el resultado de la mezcla entre estos y los españoles); pareciera que en ese negocio/entretenimiento se cifran las esperanzas y el autoreconocimiento e identidad de una nación entera. ¿Es así? ¿En verdad un negocio vendido como deporte, encapsula todo ello?
Comercialidad, ilusión, percepción, mito y la identidad de un país conjuntadas en un todo: el fútbol. En los logros de once individuos, los triunfos de otros que los fanáticos (pasiva y cómodamente) hacen suyos. Así, la vida puede seguir hasta el próximo partido.

Si fuese cierto (y para millones es una verdad irrefutable) entonces comprobamos que no tenemos mucho de triunfadores. La liga mexicana de fútbol es hábil para los negocios, para vender y comprar personas, pero no para elevar el nivel de calidad, no para intentar llegar a los estándares de exigencia que se vive en Inglaterra o en España o Italia. Por supuesto que también allá han salido los trapitos al sol, pero el nivel de competencia es muy alto.

¿Es entonces una ilusión el concepto de Nación? Al parecer sí. Porque lo único que realmente lo expone (la gente se desgarra las vestiduras por sus equipos, riñe y por supuesto se emborracha) es este evento que no conoce fin: el fútbol.

Aún con toda esa "pasión" que tanto les enorgullece los seguidores de ese programa de entreteniento no hacen nada por exigir que los sistemas de juego sean más competitivos y justos. No exigen nada. Alaban a un millonario por construir un estadio, le solicitan autografo como si se tratase de una estrella de rock.

Hay incontables programas de televisión donde pretenden dilucidar el profundísimo intrígulis del campeonato: se saben cifras de memoria, jugadores con marcas sobresalientes, se saben santo y seña de cada equipo. Lo saben también los seguidores de este evento comercial. ¿Y ponen ese mismo empeño cuando se trata de reflexionar quién y cómo podría conducir las riendas de su país? ¿Se meten a la web y de verdad leen los planteamientos de campaña de los candidatos? No.



La información está. Cada partido y su respectivo candidato publica en sus páginas de internet toda la información que uno pueda necesitar. 

Es muy reducido el grupo de personas que podría dar un voto razonado. Aquellas que están todos los días revisando las noticias sobre política, que saben los ires y venires de estos personajes. Y aún así, las dudas y las preguntas a la hora de la hora se presentan, ¿por quién votar?

Está visto que quienes tienen definida una tendencia de izquierda o derecha jamás de los jamases votarán por el contrario. No es imposible pero es muy poco probable. Votan por el punto medio, por "el menos malo", por el que ofrece menos hostilidad y promete más y se ve optimista. Estamos en el reino de las comunicaciones, quien no sabe usar debidamente los medios, fracasará sin remedio.

Quienes definen las votaciones son los indecisos. Aquellos que a la mera hora pueden votar por un candidato porque les parece guapo, o buena onda. O votan por los colores de la bandera. Casi nunca porque estén de acuerdo con lo que se ha propuesto.

En México se tiene un lema casi tatuado, "da igual, todos son lo mismo". Esa premisa no ha podido ser desterrada. 

Se elige por simpatía no por reflexiones profundas, se elige por percepción. Todo es percepción, porque todo se da a conocer con mayor contundencia mediante la televisión y los otros medios electrónicos. La televisión lleva la voz cantante. Y la televisión es percepción. Ni ante las noticias que a primera vista se nos aparecen como "la realidad". Porque una televisora tiene un punto de vista. Porque quien lee la nota tiene un punto de vista y lo emite con una ceja levantada, una sonrisita torcida, un estornudo. Es imposible no hacerlo. Voluntariamente o no, emiten un juicio. Y su juicio, por ser transmitido a millones y ser recibido a través de esa ventana astuta, afecta, influye. Y la gente "no tiene tiempo" para informarse. He ahí el dilema.

¿Será la respuesta darle la espalda a todo esto? ¿Será la respuesta ponerles el dedo?



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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.