Desde la LUna

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Friday, May 20, 2011

Dime que no lo haga y lo haré: el modelo de ser un cabrón y una canción prohibida

 Dicen que lo que es tentador o prohibido atrae más. Hasta ahora no se ha podido refutar esta noción. En la juventud es todavía más atractiva la prohibición. Dime que no lo haga y lo haré. 

Los regímenes conservadores son eso, conservadores, chapados a la antigua. Ciegos y nada curiosos. Ultra religiosos, mochos. Cerrados. No demuestran mayor interés en conocer cuáles son los detonadores que mueven a los jóvenes. Se limitan a juzgar y tachar. Esto provoca consecuencias incalculables, porque los designios de los jóvenes son tan volátiles como férreos. Cuando un joven desea algo no hay nada que lo detenga, contrario a lo que se piensa comúnmente. 



Hoy en día están siendo atraídos por una idea de poder y triunfo como jamás se hubiese visto. La insistencia de la televisión en llevar los marcadores de esos grupos, y las reiteradas condenas, siempre en tono malhumorado (¿desesperado?) del gobierno, atizan ese deseo de lo prohibido.

Es una responsabilidad conjunta de la sociedad toda no importando niveles económicos o culturales, pero no podemos soslayar el peso que tiene el gobierno y la televisión frente a estos hechos.

Hoy somos lo que vemos, nos creemos lo que vemos, queremos ser lo que vemos. 

Hoy vivimos una época en la que "lo malo" es lo más anhelado y aplaudido.

En las relaciones, podremos quejarnos mucho, pero se ofrece cierta admiración por aquel que es un "cabrón" o ella que es una "cabrona". Tan solo hay que poner atención en una reunión familiar: la madre y tías siempre verán con mejores ojos al joven "cabrón" que al noble.

Hoy noble es sinónimo de imbécil. Hoy honrado es sinónimo de idiota. Hoy la palabra honor es motivo de burla.

Los anti-héroes son comprendidos, en algunos casos, criticados en otros, pero con un dejo de envidia. Hay un anhelo oculto de querer ser como ellos.

Hoy en día tiene mil veces más probabilidades de ser imitado Batman que Superman. Porque aquel es "malo" es "oscuro".  

En cualquier reunión al surgir el nombre de Carlos Salinas de Gortari, luego de llamarlo "rata" u "orejón", no falta quien a manera de elogio lo llame un "cabrón", osea: un "chingón".

Tres de las series de televisión más exitosas de los últimos tiempos presentan al anti-héroe como protagonista: Dr. House, Tony Soprano, Don Draper.

El primero es un ególatra que "juega" con sus pacientes, pone a prueba a su equipo de trabajo, los manipula. Dentro de él oculta un ser frágil y vulnerable. Pero lo que atrae es su "ser cabrón y chingón".

El segundo es, nada menos ni nada más, el jefe de una banda de gánsters en New Jersey. "Elimina" a personas "no por motivos personales sino por negocios."

El tercero es un creativo soberbio, mujeriego y machista.

Lo que los hace únicos (pero no semejantes entre sí) es que se nos muestra su interior desvalido, roto. Son seres humanos que por una u otra razón perdieron contacto con su pureza, su ser infantil.
En las mujeres despierta el deseo maternal de protegerlos, incluso de curarlos. Mueren por ellos sabiendo que son unos hijos de puta. En los hombres despierta esa identificación o deseo de identificación que "justifica" sus actos.


Pese a que hoy en día no vemos por ningún lado evidencias de estas fragilidades (por ende, humanidades) de quienes hoy tienen en jaque al gobierno, la percepción de éxito es incuestionable. ¿Por qué incuestionable? Porque la sociedad misma ha elevado a valores fundamentales de éxito el tener poder y dinero. Sabiendo de antemano que para lograrlo la ruta más difícil es la de la honradez.
También se valora hoy en día el hacer las cosas fácilmente. Todo tiene que ser rápido, fácil, sin complicaciones (el amor, los trabajos, los exámenes escolares).

Si la misma sociedad ha colocado como hitos el ser cabrón, el buscar la manera de hacerse de objetos con el menor esfuerzo, ¿cómo disuadir a alguien de este camino? El intentar asustarlos con el argumento (cierto) de que está en juego su vida parece inútil. No se dimensiona la muerte. Porque "yo sí soy más chingón". Además de que esa aparente indiferencia a morir es parte de lo que se ve como atributos requeridos.

El valor económico  ha definido el último siglo y el principio de este. ¿Qué hacer ante esto?
¿Cómo rebatir a un joven cuando nos asegura que no encontrará un empleo luego de estudiar una carrera técnica o profesional y además de que si lo encontrase ganaría una bicoca con horarios esclavizantes y sin prestaciones? Enjaulados en oficinas deprimentes durante más de 8 horas...
¿Hacia dónde miran entonces? ¿Hacia dónde cuando la sociedad misma los continúa empujando allá porque no se ve  progreso en educación y el acceso a la cultura? No vayamos más lejos: cuando se diluye la esperanza, cuando las demandas no son escuchadas, cuando los gobernantes permanecen sordos. ¿Por qué de pronto un gran grueso de la sociedad siente miedo pero también simpatía por esos personajes que actúan fuera de la ley?

Una canción prohibida no evitará que se acerquen a lo que "no es debido": dime que no haga y lo haré. 

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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.