Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Saturday, January 25, 2014

Atragantamiento por errata




Mi madre siempre nos decía a mi hermana y a mí, "Nunca salgas de casa sin un libro". 
La semana pasada sucedió que por vez primera salí de casa, mochila al hombro como acostumbro, pero sin un libro. Supuse que el viaje por la ciudad sería corto. No había necesidad de cargar con tanta chunche que suelo llevar en mi ya casi sempiterna mochila (oh, si ella hablara lo que contaría). Y sucedió lo que tenía que suceder.

Se abrió un lapso libre mientras aguardaba para la próxima junta. No tenía deseos de entrar a la internet (aunque en la computadora tengo varios libros digitales) y justamente lo que me vino a la mente fue, "no me traje un libro". No hallé otra opción. Así que, quedándome a tiro de piedra una librería "El Péndulo", decidí entrar y explorar. Encontrar un libro no muy caro para poder echármelo mientras esperaba. 

Encontré una edición bellísima de Moby Dick. Costaba unos 500 pesos. No podía permitirme el lujo ese día. Sepan cuántas ediciones he tenido de la clásica novela con la montaña de ballena que aún me causa mucha extrañeza, mucha intriga...me parece que aún no descifro total y cabalmente su significado entero.

En fin, el deambular entre libros es un ejercicio en sí mismo placentero. No tenía algún título en particular por encontrar. Eché un ojo en las novedades y no me enganchó nada en particular. Muchos cintos envolviendo libros en donde se nos declara la grandeza de tal o cual autor. Si sumaramos resulta que tenemos una sobrepoblación de genios literarios. No dudo que existe un oceano especial con cientos de escritores maravillosos, mas no creo que tantos se localicen en el tiempo presente. Salvo un puñado. Mi pobre entender la literatura, pero cuando me exclaman que X autor es "un Gran Escritor" de inmediato pienso en los verdaderos gigantes, esos que aún continúan siendo el punto de comparación para evaluar si otro autor posee esas latitudes. Según yo.

Me topé con Yasunari Kawabata. Hacía mucho que no lo releía. Es más, admito que había olvidado mucho de él. El elegido fue El rumor de la montaña. Eso sí, tenía una condición inalienable: quería leer algo bello. Tenía que ser un libro que de verdad contuviera eso que llamamos Literatura. Puerto seguro: Kawabata, el mentor de mi admirado Mishima. Imagínense.

Para mí, despojar de su prisión plástica a un libro es todo un rito. No acostumbro leer solapas o contraportadas (sobre todo en autores contemporáneos, pues suelen ser muy inventivos discursos de venta que luego te conducen a un enojo por engaño). En este caso tampoco lo iba a hacer pero en lo que me iba a un café mis ojos revisaron al vuelo el texto introductorio de la contraportada. Ahí sentí que se quedaba atorado un trozo de carne que estaba disfrutando tanto, esos trocitos que decimos "salieron malos" pero que te pueden amargar el banquete. Leo: "El anciano Ogata Shingo no consigue ganarse ni el amor ni el respeto de sus hijos, pero sin embargo puede oír el rumor de la montaña." Como si un delicioso caldo se te salara, como si encontrases nadando un bicho horrendo y asqueroso, me topo con la que yo pienso es una errata fatal: "pero sin embargo". La oración debió ser: "El anciano Ogata Shingo no consigue ganarse ni el amor ni el respeto de sus hijos, pero puede oír el rumor de la montaña." O sustituir el pero por el sin embargo.

Me recordó al común de nosotros mortales cuando oímos sin ton ni son "massinembargos" que son una afrenta a los oídos y hacen chocar algo en el cerebro.

No lo ataco porque yo mismo sufro constantemente de esa maldición. Por más que intentas revisar tus textos, es preferible contar con ojos ajenos que te señalen, mira, aquí hay una letra encimada, aquí falta un acento. Para eso ayudan mucho los editores. Y como vemos, también se les va la liebre. Lo que me extrañó muchísimo es que pareciera que quien redactó esta introducción dudara en usar "pero" o "sin embargo" y se le fueron ambas, o peor aún, que él o ella considere que es correcto. 

Se siente cierto desamparo porque luego son precisamente estas personas las que se dignan revisar tus manuscritos y he sospechado que más bien se dedican a ver en dónde te faltó una tilde o en donde te atreviste a cambiar una c por una s, para acto seguido escupirte con prepotencia (la mayoría de los que me he topado son groserones, hombres y mujeres) que tu obra no es publicable. 

Admito que darle vueltas a ello evidencia una herida no sanada dentro de mí. Pero, también debo decir que pensé en Kawabata. Me dije, "a mí me ardería la cara de vergüenza si el maestro Kawabata viese que cometí ese error en una de sus joyas de libros." Si me dio una pena infinita cuando le envié el documento digital de mi primera novela, Velouria, a una escritora que es una de las gigantas de nuestra lengua...afortunadamente nunca le echó un ojo. O a lo mejor sí y no quiso reprimirme...aunque es una muy buena novela y está escrita, con los entusiasmos resbaladizos de quien escribe una primer novela, pero con un aliento y buena forma, que me sigue encantando. Considero que ya escribo un poquito mejor. Y considero que ese primer libro es aún superior que muchísimo de lo que veo nadar en las montañas de títulos que se apilan cada semana en los estantes de Novedades...en fin...

Que todos cometemos errores.

No pude evitar enviar un atento mensaje a los editores. Aunque me parece que ya se percataron del error y lo corregirán en futuras ediciones.

Dejado ello atrás me sumergí en la lectura de Kawabata. 

Cuando uno tiene el privilegio de pasar la mirada en estas obras no tiene uno más remedio  que sentir un gran placer, una completud maravillosa. Y también, si hubo una época aciaga en la que uno quiso ser escritor (de oficio, de que tengas tiempo de veras, de que publiques y entres en el mercado y tal), es inevitable sentir un aironazo de humildad: esto sí es escribir, esto sí es Literatura. Kawabata.

Y cuando uno tiene en sus manos escritos como los de este monstruo de escritor, y leemos estupideces como las que espeta Paul Auster asegurando de Don DeLillo, no sé si casi pegando el grito, que no hay mejor escritor que él, o uno chasquea los labios, o piensa: o le falta mucho qué leer a Auster o...nada. Que si un escritor se precia de serlo y no se esfuerza en ser lo más preciso posible, pues yo pienso que uno está para el cesto de basura. Pero, cada quién. 

Pienso que eso es lo malo de estos días, en los que no hay escritor de estos tiempos que no traiga pegado el mote de que es "la revelación" o, más atrevido aún, que es "un gran escritor." Sobre todo cuando llegas con buena voluntad y te topas con cosas que de inmediato te detienen para contrariar a los sabios editores de hoy en día pensando: "Pues, este no se le acerca ni tantito a Kawabata" (y a una constelación de escritores que de veras nos elevan).

Hay de todo.

P.d. Moby Dick...esa edición que ví azul azul...volveré por ti.














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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.