Desde la LUna

Tu planeta llamado Tierra (¿por qué no le pusieron Agua?) se ve de la siguiente manera...bienvenid@

Saturday, January 4, 2014

Devorando a los demás y sus sinsabores


 ¿Por qué vemos a alguien y nos apresuramos a hablar de él? Bien o mal. Descripción o acto de desnudamiento del cual el sujeto en cuestión está preso, ignorando la operación que se está efectuando sobre él o ella. Todos lo hacemos, nos apresuramos a defendernos.

¿Por qué tenemos que despanzurrar a otro individuo para ver sus entrañas, como cuando volteamos de adentro hacia afuera el interior de una granada? 

Devoramos.

Devoramos con los ojos, devoramos con labios, con las manos. El extremo de este acto se halla en el homicidio.

Nos avalanzamos a devorar al otro a sabiendas de que no disfrutaremos de su sabor.

Devoramos al político, al empresario, al jefe, a la pareja, a los hijos de los amigos, a la familia.

Este devorar, ¿será codicia?

¿Nos comemos vivos a aquellos que poseen algo que nosotros envidiamos? La imposibilidad de la posesión fertiliza la Envidia. Y esta es el veneno que le otorga un sabor amargo a ese platillo que insistimos en llevarnos a la boca.

Cuando no estamos ocupados generamos la necesidad de hacer algo con las manos y la boca: queremos comer algo.

No tanto beber sino comer: sujetar con las manos, abrir, preparar, llevar a la boca, masticar, consumir.

Interviene asimismo la química del alimento en cuestión: si crispa la dopamina nos dejará una tibia sensación temporal de satisfacción. Hicimos algo. Dejamos transcurrir el tiempo mientras comíamos. Cuando la satisfacción se esfuma es probable que la hora del almuerzo o la cena ha llegado.

Si nuestra mente no está ocupada en asuntos que nos atañen a nosotros únicamente, se genera esta misma ansiedad por comer algo. Comemos gente entonces.

Gente que no nos agrada, que sabemos sabrá mal. ¿Qué nos deja? ¿Por qué lo hacemos?
¿Será solo porque no tenemos nada provechoso qué hacer? Pues no se trata de hacer nuestro trabajo, aquel por el cual vamos a recibir unos pesos en la siempre lejana y ansiada quincena. Ahí desarrollamos lo que se nos encomendó realizar contando los minutos para que llegue el receso, la comida y posteriormente la hora de salida.

La cosa cambia cuando devoramos a alguien que nos gusta. Su sabor es delicioso. Lo lamemos y besamos, lo acariciamos y agarramos con fuerza, nos fundimos en los olores y los aromas. Nos sentimos satisfechos. Queremos más. 

¿Qué pasaría si experimentasemos y dejaramos de quejarnos por un día? En primer lugar, qué pasaría si nos damos cuenta de que un porcentaje importante de nuestra vida la dedicamos a quejarnos y a criticar sin ton ni son.

¿Quién podría aguantar tal desesperación? ¿Consumiría más azúcares o fumaría más cigarrilos para tapar el hoyo?

¿Por qué nos atascamos devorando personas que ni nos gustan y que nos dejarán muy mal sabor de boca?

Y si como hacemos con las uñas, ¿nos devorasemos a nosotros mismos? Tanto en el juicio como en el reconocimiento. ¿Qué nos sucedería?






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Eres un lunático con pensamiento, GRACIAS.